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Memoria
Publicado por Diego Peris 
el 21 de septiembre de 2023
Lanza

Por Diego Peris

Publicado en el diario Lanza el 10 de septiembre de 2023

La muerte sigue siendo esa realidad que rompe el ritmo de nuestras vidas, que nos llega de forma impetuosa y nos hace cuestionar todo aquello que consideramos importante en nuestra vida cotidiana. Un acontecimiento que no somos capaces de explicar, ni entender, ni asumir cuando nos atañe de cerca, cuando se refiere a alguien que conocemos, que sabemos lleno de vitalidad y de proyectos.

Vencer la muerte

La muerte del héroe es uno de los hilos que tejen la trama de la obra de Homero. La Ilíada abunda en escenas en las que los héroes mueren unos a manos de otros. Y son conscientes de que vencer la muerte, es vivir en la memoria. La única posibilidad de superarla es lograr que ese hecho individual se integre en el espacio colectivo de la fama, de la memoria de los hombres. Y por ello su gran lucha es la de ser recordados, permanecer en la memoria de la comunidad.
Pero para ello hay que haber sido capaz de realizar la vida con la dignidad necesaria, haberse comprometido con la acción de su trabajo, en la construcción de la comunidad, en la ejecución de proyectos que mejoran la vida colectiva. Porque en esa tarea es en la que será recordado y por ello se mantendrá su memoria. La victoria sobre la muerte se construye en la vida, en cada proyecto y en cada compromiso común. Esa es nuestra parte de lucha para vencerla, construir la vida con dignidad y alegría.

Dejar la memoria de las cosas

Cuando Alina habla con su abuelo en el cuento de Martín Gaite y pregunta `cómo era su abuela, le responden: Brava, hija, valiente como un hombre. Tenía cáncer y nadie lo supo. Se reía. Y además murió tranquila. Claro porque yo me quedaba con lo de ella ¿me entiendes? – con los recuerdos de ella -quiero decir-. Que para alguien no se habían vuelto todavía inservibles. Lo mío es distinto, porque yo la llave de mis cosas, de mi memoria, ¿a quién se la dejo?
Hay proyectos que deben continuarse que son esa memoria que nos dejan los que ya no viven con nosotros y que sabemos que son parte de lo que han comenzado a realizar. Y en ese saber que se continuarán se sabe que se deja la memoria para que otros la mantengan, la completen, sabiendo que tiene su origen y su inicio en aquel que ya ha muerto. Los primeros testigos son los más próximos aquellos que han vivido de cerca las experiencias de cada día, sobre todo de su vida personal, aunque también su vida profesional cuando tiene una dimensión pública. Ese saber recoger la memoria de los que nos han precedido es una buena forma de mantenerlos vivos.

La Memoria y la Muerte

Panero escribía en 2010 con una especial tristeza su libro de poemas: La Memoria y la muerte. Días sin huella: He visto el mar por la mañana/retorcerse y saltar/-verde negro y espumas en el viento-/bajo las primeras lluvias de noviembre./En el silencio de mi casa/escucho el crepitar del fuego,/ miro ceniza y brasa, danza de llamas./ Sobre la chimenea, algunos libros/ recuerdan otros tiempos, adornos/ que disimulan una pasión perdida./ Ni grandeza ni miseria ni escogidas palabras,/ solo entre paredes blancas,/ fantasma solo en este pueblo de fantasmas./ Naturaleza, otoño y nada me acompañan/ mientras el frío se pega en los cristales,/ deja un vaho helado en las ventanas./ El día sigue su transcurrir inútil/ y sereno y se pierde en la noche./ Nadie me acerca, ninguna sombra, a mi vida,/tampoco estoy escribiendo mi epitafio,/hablo con dolor resignado sobre días sin huella.
Una sensación de tristeza y desamparo que no podemos dejar de tener, de vivir cuando alguien muere. La Memoria no es ni sensación ni noción, sino una forma de ser, una pasión o afección de ellas, cuando ha pasado el tiempo. No hay memoria en el ahora, sino que de lo presente hay sensación, de lo porvenir hay esperanza, de lo pasado memoria. Por ello, toda memoria es tiempo y, en consecuencia, sólo, entre los animales, aquellos que sienten el tiempo son los que tienen memoria y pueden recordar. Sentir el tiempo, tener noción del tiempo es el especial privilegio de los seres humanos dice Emilio Lledó. La muerte nos interpela sobre el tiempo, sobre el trascurrir de nuestras vidas y el de las personas que conocemos y apreciamos especialmente.

La muerte y la vida que continúa

Julian Barnes escribía su libro después de la muerte de su esposa. Un texto extraño con tres capítulos diferentes sobre globos aerostáticos, amores y la tercera parte una reflexión sobre la muerte de su esposa. Un conjunto de pensamientos que se plantea en medio de su tristeza y de su deseo de acabar con todo, abatido por la pérdida de la persona que amaba. Sólo en la música va encontrando, poco a poco, el consuelo de un sentimiento nuevo, descubierto en la paz y el equilibrio de escuchar.
Y en un momento se hace una extraña reflexión sobre si continuar viviendo cuando su esposa ha muerto tiene sentido. Y acaba diciendo: Me tomó un tiempo, pero recuerdo el momento, o más bien el argumento que llegó de pronto, cuando yo pensaba en quitarme la vida. Fui consciente de que, si ella estaba viva, lo estaba en mi memoria. Naturalmente permanecía poderosamente en la memoria de otras personas, pero yo, su marido, era el principal responsable de su recuerdo. Si estaba en alguna parte, estaba dentro de mí.  Y después de estas reflexiones se pregunta ¿Cómo puedo yo vivir ahora? Debo vivir como ella hubiera querido que lo hiciera. Una curiosa llamada a la vida de los que permanecen con la voluntad de mantener su memoria y con la voluntad de conservar la fuerza y la alegría que ella tenía.

Lo que sobrevivirá es el amor

La muerte de una persona cercana, joven, llena de vitalidad y de proyectos como Conchi nos interpela sobre muchas de nuestras ideas y actitudes. Y es el momento en que muchos reconocen los valores de su actividad profesional y personal. Es importante ese reconocimiento que desde muchos ámbitos de la sociedad se hace de su buen trabajo y sobre todo de su alegría vital. Una impresión que afecta a muchos desde diferentes vivencias personales, desde perspectivas y relaciones diferentes, pero que evidencia la fuerza de su carácter, de su personalidad y la de una vitalidad desbordante que sirve de ejemplo y referencia. Es buena, o mejor es esencial, la presencia de personas amables, comprometidas y que desarrollen su actividad con alegría.
El arquitecto y poeta Joan Margarit escribe, saltándose las normas dice, un libro de poemas sobre la muerte de su hija a la que ha estado íntimamente unido. Un conjunto de poemas de una tristeza profunda por la pérdida de alguien cercano con quien ha vivido unido largos años con la esperanza de superar la enfermedad. Y lo introduce con la cita de Philip Larkin, bibliotecario y poeta que escribe, dicen sus críticos, con una exactitud melancólica y muy inglesa para tratar las emociones, los lugares y las relaciones
“Lo que sobrevivirá de nosotras es el amor” dice  Larkin.

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