Publicado en La Tribuna de Ciudad Real el 29 de junio de 2022
Por Luis Arroyo Zapatero
A sus bien cumplidos 92 años nos ha dejado Raimundo Drudis, director por muchos años de la Escuela de Magisterio de Toledo, desde 1965 al 2000. Había nacido en 1930 en Pla de Santa María en Tarragona. Lo conocí en la primera junta de gobierno a la que acudí en el rectorado de la calle Paloma en octubre de 1985. Éramos todavía cuatro gatos entre decanos y directores y cabíamos en la sala de juntas. Entre personas de edades y formaciones tan distintas destacaba Raimundo por su carácter encantador y servicial, extraordinariamente educado y, por lo que después descubriría, el científico quizá más notable de la nueva Universidad. Pronto aprendí que era un especialista en filosofía contemporánea con extraordinaria competencia en Wittgenstein, el austriaco que triunfó en Cambridge y a cuya obra, especialmente el Tractatus Logico-Philosophicus, se acercó Raimundo de la mano de su maestro Jose María Bochenski, catedrático de la Universidad suiza de Friburgo.
A esos años de estudio en Friburgo siguieron estancias en Viena y Munich disfrutando de becas del DAAD alemán y de la fundación Alexander von Humboldt. Su vocación por la filosofía de la ciencia se inició tempranamente cuando Miguel Sánchez-Mazas creó la revista ‘Teoría’ en cuyo consejo de redacción participaba Raimundo Drudis con Carlos Paris, Gustavo Bueno y otros jóvenes prometedores.
Su obra científica ha sido ingente y su capacidad organizativa impresionante. Alcanzó a editar por sí mismo la nueva vida de la revista de Sánchez Mazas ahora con el título ‘Aporia’. Drudis obtuvo plaza en 1956 en la Escuela Normal de Maestros de Madrid desde la que se trasladó a Toledo y cuya dirección alcanza en 1965 y que no deja sino en el año 2000. En Toledo encontró la infraestructura y la autonomía de la que no dispondría nunca en ninguna plaza de Madrid, ofrecimiento que recibió en muchas ocasiones. La Escuela de Toledo, hoy Facultad de Educación, debe mucho su solidez y oficio a los años de este longevo director.
El 1969 se suma con entusiasmo a la creación del Colegio Universitario de Toledo, de cuyo patronato formó parte y con mayor entusiasmo aún se entrega a las nueva Universidad de Castilla La Mancha y sirve con generosidad a la difícil tarea que iniciaba Isidro Ramos en 1984, Llegado tres años más tarde el claustro constituyente resultó ser el miembro de más edad y por consiguiente fue el presidente de la sesión electoral de la que salí nombrado rector.
Desde que se fundó en Toledo en 1991 la Asociación de becarios de la Fundación Alexander von Humboldt, lo eligió como secretario general, y cumplió una valiosa función de enlace de los científicos españoles con la más importante organización de la promoción de la ciencia en Alemania. Hasta hace pocas semanas pude estar en contacto con él y preparamos la constitución de la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla la Mancha. Falleció el día 6 después de unas semanas de complicaciones. Creo que podemos recordar a nuestro Jorge Manrique: «aunque la vida perdió, nos dejo harto consuelo, su memoria», a Pepita, a sus hijos y a sus alumnos y compañeros de la hoy Facultad de Educación y de la Universidad.
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