Luis Arroyo Zapatero, nombrado por el Papa Francisco miembro fundador del Instituto Fray Bartolomé de Las Casas

Ciudad Real, 29 de febrero de 2024

El catedrático de Derecho Penal y rector honorario de la Universidad y presidente de la Academia de Ciencias Sociales de Castilla‐La Mancha, Luis Arroyo Zapatero, ha sido nombrado por el Papa Francisco miembro fundador del Instituto de investigación y promoción de los derechos sociales “Fray Bartolomé de las Casas”.

Este instituto, creado por el Papa Francisco el pasado 15 de agosto de 2023, comenzó su andadura ayer 28 de febrero con una reunión en Buenos Aires que presidió por videoconferencia el propio pontífice argentino.

El Instituto cuenta con 14 miembros fundadores, 3 de ellos son europeos: Luis Arroyo Zapatero, Mauro Palma, el más importante responsable de las garantías de las personas privadas de libertad en Italia, y José Luis de la Cuesta, catedrático de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en San Sebastián y anterior presidente de la Asociation Internationale de Droit Pènal.

El profesor Arroyo Zapatero ha colaborado estos años en los trabajos del Papa Francisco por la abolición de la pena de muerte, que condujo a su completa abolición en la última reforma del Catecismo.

El instituto, que toma el nombre de Fray Bartolomé de las Casas en reconocimiento al valor universal por la defensa de los derechos de los naturales de América, se ocupará de aquellas cuestiones sociales que han sido abordadas por el Papa en estos años, entre otros, la lucha contra la pobreza, la marginación, las migraciones y el medio ambiente, y que se recogen en sus dos encíclicas al respecto.

El lema del instituto recoge una expresión del Papa: No hay democracia con hambre, desarrollo con pobreza, ni justicia en la inequidad.

Los presidentes del Instituto son Marcelo Suarez-Orozco, rector de la Universidad de Massachusetts (Boston) y catedrático de Ciencias de la globalización en su Facultad de Educación; Alberto Filippi, catedrático emérito de la Universidad de Camerino; y Raúl Zaffaroni, catedrático emérito de la Universidad de Buenos Aires y antiguo Juez de la Corte Suprema y de la Interamericana.

El Instituto está vinculado a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales y financiado por el Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana (COPAJU), cuya sede estará en Brasilia y que contará con sedes locales.

Quirógrafo (Decreto) del Papa Francisco:

https://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2023/08/18/0570/01244.html

“Instituto Fray Bartolomé De Las Casas”

No hay democracia con hambre, desarrollo con pobreza ni justicia en la inequidad

https://www.institutodelascasas.org/

COMITÉ PANAMERICANO DE JUEZAS Y JUECES POR LOS DERECHOS SOCIALES Y DOCTRINA FRANCISCANA:

https://www.copaju.org/

CORTAFUEGOS

Por Ángel Luis López Villaverde

Publicado en El DiaDigital.es el 27 de Febrero de 2024

La clase política tiene mala fama. En especial, en España. Coletazos de una larga dictadura, que abusó de la retórica contra la “partitocracia”, palabra recuperada ahora por sus herederos para convencer a incautos. He discutido a menudo sobre ello en mi entorno personal y profesional. Tiendo a defender su papel y no creo que los políticos de ahora sean peores que sus predecesores. Eso me genera críticas. Aunque se habla mucho de quien no aparenta más interés que su cartera o su ego, son más quienes responden al ejercicio de esa función por vocación. No hay estadísticas fiables, pero están ahí. Asumir responsabilidades públicas comporta no pocas renuncias. No salen tanto en las noticias, aunque se dejen la piel. Pisan poco por casa. Hay que valer para eso.

Cualquier persona de mi generación puede dar fe de las enormes mutaciones vividas en el país. No hay cambio sin lucha, sin presión desde abajo. El empuje y propuestas de la sociedad civil resultan fundamentales. Los votantes aúpan o derriban gobiernos. Pero son decisiones políticas las que se trasladan a los boletines oficiales. Y en el camino, se quedan muchos pelos en la gatera. No lo olvidemos.

Se suele argumentar que la democracia es el menos malo de los sistemas posibles. Niego la mayor. Es, en cambio, el más humano de todos. De humanos es errar y, precisamente, en democracia se pueden corregir errores de manera incruenta. Cada periodo electoral es una nueva oportunidad. Es el único régimen con capacidad de regeneración y de (re)cambio pacífico. No sólo permite denunciar sus trapos sucios. Su supervivencia depende de ello. La corrupción, que es consustancial con una dictadura, aunque se tape, es el cáncer de la convivencia democrática, pese a que destaparla aumenta la desafección ciudadana. Y si el corrupto es “uno de los nuestros”, debe intervenir el bisturí con mayor precisión, si cabe. No valen comparaciones, ni se contrarrestan sus efectos sacando el ventilador. Al contrario.

Hay un exministro que no tiene quien le avale. Aunque no se le han imputado aún responsabilidades penales, las políticas son evidentes. Que un hombre de su confianza, a su servicio y con sueldo público, se aprovechara de una calamidad del calibre de la pandemia para enriquecerse, usando un despacho oficial, pavoneándose de estar por encima del bien y del mal, produce una enorme nausea. Que no supiera nada su superior no le libera de rendir cuentas.

Nunca olvidaré la vergüenza que provocaron los escándalos de corrupción socialista en los años noventa entre sus propias bases. Segaron la hierba bajo los pies de González. Sus sucesores políticos hicieron de la lucha contra la corrupción su principal divisa, a modo de catarsis. Por eso, si la sospecha salpica a quien actuó de portavoz parlamentario y perteneció a un gobierno cuya carta de presentación fue dignificar la vida pública, echando a otro corrupto, el cortafuegos es aún más necesario. No vaya a ser que, como hemos visto en el reciente y trágico incendio en Valencia, una chispa aislada provoque la destrucción y ruina de toda una comunidad.

El responsable del asesor que, supuestamente, se ha lucrado aprovechándose de una situación de emergencia, sólo tiene una salida posible. La alternativa es volver a chapotear en la inmundicia. Hay sectores políticos que, como las especies coprófagas, sobreviven bien en ese hábitat. Y se aprovechan de que sus bases más fieles no parecen tener mayores remilgos. Pero no todos son (somos) iguales.

Sin ejemplaridad se desvanece la legitimidad. El partido que hizo ministro al político ahora señalado, que le otorgó las mayores responsabilidades en su organización, le ha conminado a dejar el acta. El mejor servicio público que podría hacer en estas circunstancias es una retirada con dignidad. Sin embargo, a la hora de escribir esta columna, no se ha producido. Incluso podría atrincherarse en el escaño. La legalidad se lo permite. Podría estar pensando en estirar su inmunidad parlamentaria o en vender caro su apoyo desde el grupo mixto, dada la debilidad de la coalición gubernamental. Supondría añadir una traición consentida a una culpa “in vigilando”. En este contexto, la oposición, crecida por “septimana horribilis” socialista, le anima a tirar de la manta. Que el partido condenado por lucrarse con la trama Gürtel recurra a esta estrategia, sin haber asumido su responsabilidad por haberse beneficiado de negocios corruptos del pasado, implica una sobreactuación por su parte que alimenta la antipolítica. Espero que el vodevil no se estire demasiado. Me resisto a cambiar de opinión sobre la clase política española.

La España de casi siempre (entre la ilusión y el desencanto)

Por Pedro A. González Moreno

Publicado en el diario Lanza en 23 de febrero de 2024

Durante algún tiempo creímos ingenuamente que habíamos superado el tópico machadiano de las dos Españas, siempre enfrentadas y atrincheradas en actitudes irreconciliables.

Los ciclos de los partidos políticos siguen leyes parecidas a las que rigen en la naturaleza: nacen, crecen, se instalan en el poder y, aunque pretenden perpetuarse en él, finalmente desaparecen. Pero su instinto de supervivencia es tan fuerte, que antes de extinguirse, al igual que sucede en la división celular, unas veces se desgajan en otros partidos, otras se fagocitan, se transforman o, simplemente, se destruyen unos a otros recurriendo a sofisticadas técnicas depredadoras. En algunos casos, sobre la tierra quemada que dejan al desaparecer, surgen otros partidos con apariencia de nuevos y con nuevos líderes, que volverán a intentar la lucha feroz por la supervivencia política.

  UPyD, C’s, IU, Podemos, Sumar o Vox, por citar sólo ejemplos muy conocidos, son siglas o marcas que pueden ilustrar bien lo dicho anteriormente. En las elecciones generales de 2015 y 2016 se produjo un sorprendente reajuste del espectro político tras la irrupción de dos nuevos colores en el monótono y desteñido mapa del bipartidismo. Por esos años publiqué un artículo, tal vez demasiado optimista, titulado Las dos Españas (y media), donde reflexioné sobre la España bipolar, a cuyo viejo y destartalado carro le habían crecido, de pronto, un par de ruedas más: un par de ruedas flamantes y aún no desgastadas por la erosión del poder.

El tópico de las dos Españas

La aparición de Ciudadanos y Podemos reflejaba en las urnas el agotamiento de una vieja fórmula: la de los dos grandes partidos turnándose en el gobierno. Al mismo tiempo, aquellos resultados revelaban la apuesta por una nueva forma de hacer o de entender la política: una presunta y oxigenadora nueva política cuyos protagonistas parecían bien vacunados contra la corrupción, el nepotismo, las intrigas y conjuras partidistas, el sectarismo, el desmedido afán de poder, el uso sistemático del engaño y la mentira…

En definitiva, durante algún tiempo creímos ingenuamente que habíamos superado el tópico machadiano de las dos Españas, siempre enfrentadas y atrincheradas en actitudes irreconciliables. Sin embargo, los neumáticos de los nuevos partidos políticos no venían diseñados para largos viajes, sino más bien para trayectos de cercanías.

El ejercicio del poder (o la mera aspiración a él) es una devastadora máquina corrosiva, y apenas una década después aquellos nuevos partidos han desaparecido o están en trance de desaparecer. Mientras tanto, la política española se encuentra más polarizada que nunca, empeñada como casi siempre en resolverlo todo a golpes, igual que los dos personajes del famoso “Duelo a garrotazos” de Goya. Y mientras unos u otros partidos van y vienen y giran en la ruleta democrática, los ciudadanos votan y votan y vuelven a votar y, a golpes de ilusión y desencanto, van distanciándose progresivamente de una casta política por la que se sienten cada vez menos representados.

Un espectáculo circense

En el espectáculo circense de la política nacional hay de todo. Hay malabaristas que manejan los cuchillos con más arte que un matarife; hay prestidigitadores que sacan de su chistera un conejo (o coneja) al mismo tiempo que un decreto-ley. Hay contorsionistas capaces de someter su cuerpo a inverosímiles genuflexiones con tal de mantenerse unos cuantos días más en el sillón de sus privilegios. Hay domadores (y domadoras) que hacen restallar su látigo contra las fieras del capitalismo desenfrenado y contra las bestias de la sociedad patriarcal. Hay funambulistas que se mueven por el alambre con el mismo desparpajo que por los entresijos del poder. Hay saltimbanquis que, con agilidad pasmosa, saltan de cargo en cargo como los abejorros de flor en flor, y nunca han tenido otro oficio que el de vivir aferrados a las ubres de la Administración. Hay trapecistas sin red que realizan saltos y pactos mortales y algunas otras piruetas poco recomendables para la buena gobernanza del país. Y hay también, por supuesto, payasos (y payasas) que, de cuando en cuando, entretienen al público con sus chascarrillos o sus histriónicas bufonadas.

Hoy en día, si hubiera que vender la carne de político en los supermercados, seguramente (y a pesar de la inflación) resultaría más barata que una vulgar pechuga de pollo. Hechas las debidas excepciones, que siempre las hay, aunque nos la vendieran envuelta en seda electoral con incrustaciones de diamante, esa carne tendría el olor de la putrefacción y el tufo de la desconfianza.

Unos comicios tras otros, entre el hastío y el cabreo, los ciudadanos asoman a las urnas buscando por la derecha, por el centro o por la izquierda, unas siglas o unos dignos representantes públicos que no acaban de encontrar. Y unas legislaturas tras otras, se encuentran siempre con la misma ruleta de discursos oxidados y palabras vacías, con las mismas ambiciones, con las mismas luchas tribales por el poder, con la misma costumbre de anteponer el bien personal al colectivo…

Mientras haya gobernantes que utilicen la política como una forma de medrar socialmente, tendremos que repetir de nuevo, con Ángel Ganivet, que España no sólo es “un país absurdo y metafísicamente imposible”, sino también mal gobernado.

La revolución campesina

Por Manuel Juliá

Publicado en La Tribuna de Ciudad Real el 12 de febrero de 2024.

El asfixiante humo de los neumáticos quemados. Las revueltas sobre el asfalto bajo las banderas. Esa hambre de luchar de unas gentes que la Unión Europea comenzó al olvidar mientras diversas catástrofes marcaban nuestra vida económica y social. Los duros aranceles que impuso el líder republicano estadounidense Donald Trump hace años; el Brexit, que tensionó aún más el mercado, estrechando destinos mientras se salía de la dura crisis de 2008. Solo eso es suficiente para que la agricultura apenas pudiera sobrevivir en un tiempo difícil, pero luego llegó la pandemia y trastocó todos los planes, como haría cualquier terremoto. Lo pagaron más, como siempre, los más débiles. Enfrente una burocracia impía que no perdona que falte un certificado.
Por si eran pocas plagas, emulando en dureza a las de Egipto, también una salvaje huelga de transportes incontrolada; la guerra de Ucrania que disparó los costes de producción; la borrasca Filomena cuyas nevadas maltrataron infraestructuras y accesos a fincas; la tensión en el mar rojo y, sobre todo, la sequía más dura de la historia. Frente a esta maltratada realidad la UE no escuchó las voces del campo. Los campesinos sintieron que se tomaban medidas inviables por personas que desconocían el sector.
El día a día se fue depreciando (en el año 2022 los costes de producción alcanzaron un incremento interanual de hasta 55 por ciento) y los campesinos salieron a la calle a poner el pecho y luchar por lo suyo, que también es lo nuestro. Todos estamos con ellos.

Pero mal haríamos si aceptáramos diversos desenfoques que no ayudan. El primero la demonización de la UE, que es el menos malo de los sistemas económicos conocidos. La PAC 2023-2027 es el 37 por ciento del presupuesto. En España se benefician 650 mil personas. 378 mil millones de euros para el 1,3 por ciento del PIB europeo. Europa no es el enemigo. Sin Europa la ruina sería total. El segundo la concreción. Aun estando bien la explosión popular, solo los sindicatos mayoritarios pueden ser efectivos en la aprobación de medidas concretas. Descalificarlos diciendo que cobran del gobierno es falaz. No ayuda el gobierno, sino el Estado, porque según la Constitución son cauces de participación ciudadana, como los partidos.
El tercero tiene que ver con que no paguen el enfado los ciudadanos. Ese apoyo popular no merece que haya quien no puedan ir a la consulta del médico o al trabajo. Los tractores deben estar en las carreteras, pero dejando paso y que al hacerlo los conductores, solidarios, aplaudan su protesta o rebelión según dicen algunos.
Y una última consideración. Todas las exigencias son lícitas, pero tampoco hay que demonizar el pacto verde. Sin rentabilidad no puede haber sostenibilidad y viceversa. No olvidemos que la emergencia climática reduce la superficie cultivable. Y que la necesidad de proteger el medioambiente es ciencia, no radicalismo ecológico.

«LA CIENCIA ES LO QUE NOS PERMITE TOMAR LAS MEJORES DECISIONES PARA QUE PODAMOS VIVIR MEJOR»

Entrevista de Emilia De Sainz a José Manuel Moreno Rodríguez

Publicada en Ethic el 17 de enero de 2024

En materia de cambio climático, José Manuel Moreno Rodríguez es una de las voces que deberíamos escuchar. Eminente científico, Moreno es catedrático emérito de Ecología de la Universidad de Castilla-La Mancha; Académico electo de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España y ha sido miembro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, con quien obtuvo en 2007 el Premio Nobel de la Paz junto a Al Gore. 


Casi dos décadas después de ese galardón, Moreno continúa su labor científica abogando por la finalización de los combustibles fósiles y urgiendo la adopción de medidas inmediatas para evitar que el cambio climático se convierta en una catástrofe global irreversible. Fue uno de los ponentes de las jornadas organizadas por la Fundación Cruz Roja Española, Conversaciones Humanitarias: Hacia un mundo sostenible.

Como científico y miembro del IPCC lleva años estudiando y alertando de las consecuencias del cambio climático. ¿Siente que la sociedad y los gobiernos le están dando la razón a la comunidad científica?

Los gobiernos han dado la razón a la comunidad científica porque todos los informes presentados por el IPCC desde que se fundó en 1988 han sido aprobados, sin excepción, por todos los países representados en ese organismo, que son la casi totalidad de los que pertenecen a Naciones Unidas. Ningún gobierno cuestiona la ciencia porque la ciencia la hacen y evalúan los científicos todos los días y la dan a conocer en sus publicaciones. Pero una cosa es el conocimiento que nos brinda la ciencia y otra que los gobiernos lo utilicen para adoptar decisiones, independientemente de lo que hayan aprobado en un organismo de Naciones Unidas.

Muchos gobiernos, incluso al nivel de sus más altos responsables, se permiten obviar –cuando no negar– la ciencia, usando el enorme altavoz que tienen para convencer a sus gobernados de sus decisiones, aunque sean contrarias a lo que dictaría hacer buen uso del conocimiento científico. Lo vemos con el cambio climático y lo vimos con el covid-19, cuando desde algunas instancias se cuestionaba el confinamiento como medio para detener el avance de la enfermedad. En las democracias, la responsabilidad de que las políticas se alineen con la ciencia es de los ciudadanos, pues somos nosotros con nuestro voto quienes elegimos un gobierno u otro. Cuando algún político niega la ciencia del cambio climático, se mofa de ella o llama extremistas a quienes de buena fe defienden lo que la ciencia avala, que nadie se llame a engaño si luego adopta decisiones contrarias a lo necesario para acabar con el mayor problema que tiene la humanidad.

Encaminar el mundo hacia una economía libre de combustibles fósiles es lo mejor para la humanidad.

Hay fuerzas como lobbies, partidos políticos, influencers y personajes públicos que no creen en el cambio climático. ¿Cree que esto ha significado importantes retrocesos en la lucha colectiva? ¿Qué puede hacer la comunidad científica frente a estos obstáculos?

Cualquiera que tenga un puesto de responsabilidad y tome decisiones no basadas en la ciencia del momento traerá desgracias para las personas. Y, lo peor, es que lo sabe. En el sismo de Turquía de 2023, ¿no sabían los constructores que podía ocurrir un terremoto que podría ser devastador si no se observaba un código de buenas prácticas de construcción? Lo sabían, y el terremoto ocurrió y ocasionó decenas de miles de muertos y devastación sin precedentes. Las malas decisiones en política traen desgracias, casi siempre para los más vulnerables. La ciencia es lo que nos permite tomar las mejores decisiones para que podamos vivir mejor. No olvidemos que, gracias a la ciencia, el covid-19 no fue lo letal que podía haber sido. Frente a la frivolidad en la toma de decisiones que no se basan en el conocimiento científico sino en la codicia de unos pocos, los científicos solo podemos alzar nuestra voz junto a la del resto de ciudadanos, pues somos los votantes quienes debemos actuar con responsabilidad no eligiéndolos. Encaminar el mundo hacia una economía libre de combustibles fósiles es lo mejor para la humanidad. El cambio climático es de tal trascendencia que no queda más remedio que enfrentarse a él reduciendo drástica y continuadamente las emisiones de gases de efecto invernadero.

Sostenibilidad y capitalismo: ¿qué le sugiere este binomio?

El capitalismo sin regulación hace imposible la sostenibilidad ecológica. Recientemente, se oyen propuestas políticas quejándose de que hay exceso de regulación y de que es necesario levantar esos frenos, invocando mayor «libertad» para actuar. No se me ocurre nada más insensato. El incumplimiento de la legislación actual es la madre de la desaparición de Doñana, del Mar Menor, y de tantos ecosistemas únicos del planeta, incluida la desecación casi total de uno de los mayores lagos del mundo, el Mar de Aral. En un planeta finito, la libertad ambiental de uno afecta a su vecino más pronto que tarde. La libertad para tratar el medio ambiente sin restricción nos lleva al desastre; por tanto, ser libre hoy y disfrutar del medio ambiente que nos rodea significa mantener nuestros ecosistemas lo mejor conservados posibles, nuestra atmósfera y aguas limpias, nuestros suelos y acuíferos sin contaminar, nuestras ciudades sin ruido, etc. Sin eso, los que piden una «libertad» fuera de ataduras ambientales, lo único que quieren es esquilmar los recursos y contaminar el medio ambiente, obteniendo un beneficio para sí sin importar el medio ambiente invivible que dejarán tras de sí. Ser libre y buscar la sostenibilidad solo es posible regulando adecuadamente el medio ambiente y restaurándolo donde lo hayamos degradado. Y para ello tenemos conocimientos científicos como nunca. Quiero saludar aquí que la Unión Europea haya aprobado la llamada Ley de Restauración de la Naturaleza, y lamento profundamente que se haya opuesto a ello el Grupo Popular Europeo, dirigido por el señor M. Weber, a pesar de que sustenta a la actual Comisión Europea, en un movimiento de futuro por abrir la veda contra la regulación ambiental, tal como piden algunos de los más extremistas del arco político.

Lo importante es tener asegurados los pilares básicos de la vida, como la alimentación sana, la salud, la educación, los cuidados y el medio ambiente

Se pone mucho énfasis en la transición ecológica y la economía circular. Pero, prácticamente, no se está hablando de decrecer, de frenar el consumo y producir solo lo necesario. ¿Es factible la transición ecológica a partir del crecimiento en un planeta con recursos limitados?

No, el planeta es finito y los recursos infinitos no existen. Por tanto, en algún momento nuestra economía tendrá que afrontar esta realidad. Usar menos energía y menos materiales para lo que consumimos, y reciclar una y otra vez teniendo en cuenta lo que fabricamos desde el primer momento en que se diseña es lo que nos espera, pues no hay más planetas. Tenemos que imitar lo que hace la naturaleza. Desde luego hay que abandonar los indicadores de cantidad como métricas del desarrollo. Si no, siempre querremos más, por lo que nos dirigimos al precipicio. No necesitamos de tantas cosas para vivir bien. Lo importante es tener asegurados los pilares básicos de la vida, como la alimentación sana, la salud, la educación, los cuidados, el medio ambiente, etc. Si aseguramos lo básico, lo demás es perfectamente limitable y probablemente viviremos mejor al evitar la infelicidad de que siempre tendrás menos que alguien, aunque sea algo que no necesites. Necesitamos cambiar el modelo de desarrollo y las ciudades donde vivimos para morir teniendo más de lo que necesitamos en absoluta soledad.

Si partimos de la base de que los principales causantes del cambio climático son los países más industrializados como China o Estados Unidos y que los que más sufren las consecuencias climáticas y humanas de sus efectos son países en vías de desarrollo que emiten poco, ¿cómo podemos garantizar que los países emisores asuman responsabilidades proporcionales al daño causado? 

Ciertamente, las responsabilidades son comunes pero diferenciadas. Los países de Norteamérica y Europa somos los que más gases de efecto invernadero hemos emitido. Mientras tanto, hay países que apenas han contribuido al problema. Por tanto, lo que hagamos unos y otros tiene que ser diferente. No obstante, la experiencia del Protocolo de Kioto nos muestra que los que un día emitieron poco luego pueden ser los campeones de la emisión. Dado que estamos ya sin margen para actuar, y que hemos «enfebrecido» al clima más allá de lo que nunca debimos hacer, no podemos permitirnos fracasar y encontrar que alguien que ahora no emite mucho lo haga mañana, haciendo con ello que traspasemos barreras que no podemos permitirnos. Por tanto, todos los países sin excepción deben contribuir a mitigar el cambio climático, los que más, más. Como resulta que el precio de las energías renovables es ya más barato que el de los combustibles fósiles, los cuales siguen subvencionados, hay que ayudar a que los países menos desarrollados lo hagan por una senda que no contamine, cambiando de modelo e invirtiendo todo lo posible en energías renovables. Las renovables tienen, además, el valor añadido de que te dan libertad, pues usas tus recursos y dejas de depender de gobiernos autoritarios que son la mayoría de los que tienen abundantes combustibles fósiles, que no dudan en modificar el precio de la energía para cumplir sus objetivos de país, independientemente de lo que les pase a los demás. Solo esto justificaría cambiar el modelo energético.

Las ciencias sociales han demostrado que la infelicidad de tu entorno te hace infeliz.

La Fundación Cruz Roja Española ha llevado a cabo una investigación sobre «Cambio Climático y Vulnerabilidad». Según los resultados, la sensación sobre la gravedad del futuro escenario ecológico para la sociedad española no depende tanto de la generación sino de la mayor o menor vulnerabilidad en la mirada de la persona hacia el futuro. La ciudadanía deposita más su confianza en el conocimiento científico, los educadores y las organizaciones humanitarias. ¿Cómo podría lograrse una mejor divulgación científica para concienciar a la sociedad? ¿Qué otros actores pueden resultar clave para generar confianza y compromiso?

El problema de nuestra sociedad es su compartimentación. Esto se manifiesta en que la mayoría de los ciudadanos «no cambia de canal», no se expone a fuentes fuera de su entorno de confort ideológico. Esto es un problema para el cambio climático, al que algunos interesados han asignado una calificación ideológica. Así evitan que la gente se informe de buena fe, al margen de sus posicionamientos ideológicos. Por eso quiero recordar que los informes del IPCC están aprobados por todos los países, y no se me ocurre mayor diversidad de ideologías e intereses que la que se da ahí. Yo invito a aquellos que basan sus convicciones en sus más profundas inclinaciones ideológicas a salir de su área de confort ideológico y que se decanten por la valentía de informarse sobre las bases de este problema tal y como lo ilustra la ciencia. Luego, que actúen según sus conciencias, pero si no tenemos un denominador común de conocimiento, la acción es imposible. Y ese común denominador no puede ser otro que la evidencia científica. Las ciencias sociales han demostrado que la infelicidad de tu entorno te hace infeliz. No hay felicidad posible en un entorno de sufrimiento. Tenemos que usar la razón y la ciencia para convencer a todos de que el sufrimiento humano y la enorme catástrofe ambiental que causa el cambio climático no traen progreso ni felicidad. Y la ciencia es el único punto que debemos tener en común para entendernos,

¿Qué papel juegan los medios de comunicación y cómo están abordando el tratamiento del cambio climático? 

He encontrado medios y profesionales rigurosos, pero también me he encontrado con otros cuyo fin es transmitir un mensaje previamente establecido. Estos segundos son despreciables porque no buscan la verdad, sino imponer a toda costa una ideología. Malo es que esto se haga desde medios privados pues, como servicio público que son, están obligados a ser fieles con la verdad. Pero el mayor problema es cuando eso se hace desde un medio público, pagado por los impuestos de todos. Yo he hecho declaraciones a casi cualquier medio de España con un mínimo impacto nacional. Pero hay medios públicos que nunca me han contactado, porque no quieren difundir la verdad, sino que transmiten una visión inaceptable en un país democrático de primer nivel. Otros te contactan para criminalizarte, y te hacen encerronas con algún político jubilado que dice que se ha leído un libro que dice que algunos viven de mercadear con el miedo, lo que le convierte en un negacionista cualificado, cuando lo que esa persona hace es mercadear con la duda a cambio de recibir algún pingüe honorario. Los españoles debemos exigirnos que nuestro dinero no se use para fines de una determinada ideología. Es algo que, independientemente de la que cada uno tenga, deberíamos acordar, ya que ese es un valor compartido que nos hará un mejor país. Cuando algunos hablan de adoctrinamiento de los demás lo que quieren decir es que quieren imponer su credo a todos, pues quienes así se comportan acto seguido niegan la evidencia científica sin siquiera molestarse en decir en qué se basan. La calidad de la democracia exige total compromiso con la verdad, le guste o no a quien ostente el gobierno de turno.

¿Qué rol puede jugar España en el camino por la transición ecológica? ¿Diría que se ha aprovechado la Presidencia Española del Consejo de la UE?

La Presidencia Española ha traído avances muy importantes. La aprobación de la Ley de Restauración de la Naturaleza, la Directiva de Eficiencia Energética o del nuevo marco regulatorio de la energía eléctrica son varios ejemplos de lo mucho que se ha hecho durante este semestre presidido por España. Creo que esta ha sido enormemente exitosa para temas de cambio climático y conservación del medio natural. La influencia de la UE en las negociaciones de la COP28 ha sido decisiva para el acuerdo de transitar hacia una economía sin combustibles fósiles con emisiones neutrales a mediados de este siglo. Sé que lo conseguido no es todo lo que sería deseable, pero hay una cosa clara: los combustibles fósiles tienen fecha de caducidad. El cambio ya es imparable. No creo que nadie medianamente informado vaya a apostar su plan de pensiones a los combustibles fósiles. Ahora se trata de que esas inversiones reciban una calificación acorde con los objetivos de la lucha contra el cambio climático, para apuntalar estas conclusiones. Los combustibles fósiles acumulan mucho poder, en manos de unos pocos regímenes autoritarios en los que los derechos humanos no son moneda común. Ese no es el futuro. Llevará tiempo darle la vuelta a todo esto –llevamos desde 1992 insistiendo en su urgencia–, y pese a ello las emisiones han seguido creciendo. Pero, desde entonces, por más palos que se han puesto en las ruedas del progreso, el cambio del modelo energético se ha consolidado de la mano de unas energías renovables que, recuerdo, son ya más baratas que las fósiles.

 

BALANCE Y PERSPECTIVAS DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA (2023-2024)

Por Juan José Rubio Guerrero

Publicado el 8 de enero de 2024 en El Español

La economía mundial se enfrenta a importantes transformaciones transversales que están suponiendo retos de gran magnitud, de las cuales también se pueden derivar oportunidades. Destacan los cambios geopolíticos y su impacto sobre los flujos de comercio e inversión internacionales, en forma de una desaceleración de la globalización y la vuelta a comportamiento proteccionistas. Es el caso de los efectos que produce la fuerte rivalidad que mantienen Estados Unidos y China. Pero surgen al mismo tiempo oportunidades que derivan, por ejemplo, de la búsqueda de las ventajas que conlleva una producción situada más cercana geográficamente a través de la recuperación de producciones básicas en contextos nacionales o regionales en países desarrollados.

Entre las transformaciones que están impactando en la economía global debemos destacar también la lucha contra el cambio climático y el proceso de transición energética, que están siendo fuente de una elevada actividad económica y están atrayendo importantes inversiones. Así como la transformación digital y la rápida generalización de tecnologías como la Inteligencia Artificial, que afecta especialmente a los servicios, sector que representa un porcentaje muy elevado de las economías desarrolladas. Sin olvidar, el envejecimiento de la población y la presión que ejerce sobre los sistemas de seguridad social y de atención médica pública.

La posibilidad de que los conflictos geopolíticos, y en particular el desencadenado en el 3T23 con la crisis Israel-Palestina, con riesgo de extensión a toda la región de Oriente Medio, pueden tensionar más los mercados de la energía, de las materias primas y/o las cadenas de suministro globales como estamos viendo por los ataques de buques comerciales en el Mar Rojo, que está provocando la desviación de los containers de grandes navieras hacia el cabo de Buena Esperanza, en vez de usar el canal de Suez, con repercusiones serias en el coste de fletes.
En este contexto internacional, la economía española aceleró su crecimiento durante el primer trimestre de este año 2023, recuperando finalmente sus niveles de PIB de prepandemia, pero con una importante brecha temporal respecto a la media europea.  En España, junto a la recuperación del turismo, la rápida moderación de los precios de la energía permitió una mejora del consumo y que la economía española creciera a ritmos notables durante la primera mitad de 2023. Sin embargo, una vez agotado el impacto energético, la economía en la segunda mitad de 2023 ha moderado su ritmo de crecimiento afectada, además, por un conjunto de rémoras. Entre estos factores destacamos la inflación impulsada por el aumento de los precios de los alimentos y el repunte del precio del petróleo que ha tenido lugar desde julio de 2023, el impacto de los mayores tipos de interés y la marcada desaceleración del crecimiento en la eurozona. Con todo, la previsión es que la economía, pendiente de confirmación oficial, crezca un 2,4% en el conjunto de 2023, con un perfil que ha ido de más a menos.
En este contexto internacional, la economía española aceleró su crecimiento durante el primer trimestre de este año 2023, recuperando finalmente sus niveles de PIB de prepandemia, pero con una importante brecha temporal respecto a la media europea.  En España, junto a la recuperación del turismo, la rápida moderación de los precios de la energía permitió una mejora del consumo y que la economía española creciera a ritmos notables durante la primera mitad de 2023. Sin embargo, una vez agotado el impacto energético, la economía en la segunda mitad de 2023 ha moderado su ritmo de crecimiento afectada, además, por un conjunto de rémoras. Entre estos factores destacamos la inflación impulsada por el aumento de los precios de los alimentos y el repunte del precio del petróleo que ha tenido lugar desde julio de 2023, el impacto de los mayores tipos de interés y la marcada desaceleración del crecimiento en la eurozona. Con todo, la previsión es que la economía, pendiente de confirmación oficial, crezca un 2,4% en el conjunto de 2023, con un perfil que ha ido de más a menos.

BUENOS PROPÓSITOS

Por Ángel Luis López Villaverde

Publicado en El Diadigital.es el 9 de enero de 2024

Vuelta a la rutina. Bienvenida sea. La necesitamos, aunque no lo parezca. Comenté en una de mis primeras columnas que somos “seres rutinarios”. Tras unas fiestas plagadas de las mejores intenciones, algo impostadas, se agradece volver a la normalidad. Al igual que celebramos el pasado año recuperar las cenas en familia, tras dos Navidades de aislamiento. Aquello parece ahora un mal sueño, pese a que se vuelva a hablar de usar mascarillas en entornos sanitarios de manera obligatoria. La pandemia terminó y las vacunas nos dieron respuestas inmunitarias, pero no acabaron con la Covid, que se ha sumado a otros virus estacionales, como el de la gripe, que tantos estragos causó hace un siglo. Sin embargo, este año se ha revacunado poca gente. Tendemos a olvidar las lecciones del pasado. También las de conflictos de largo recorrido histórico y memorias enfrentadas. Si las imágenes de los bombardeos sobre Ucrania nos amargaron las uvas de la anterior Nochevieja, esta última ha ocurrido algo similar con las del horror en Gaza.

Las fechas tan entrañables son propicias para hacer balance del año que se ha ido y establecer planes para el recién estrenado. Unos serán más pedestres (como estar en forma, dejar de fumar o aprender inglés) y otros más ambiciosos (desde aprobar unas oposiciones a conocer un país lejano o correr una maratón). Desde esa tierra imaginada y mágica que he bautizado como “Hidalga”, esa atalaya desde la que digerir una realidad cotidiana compleja, amarga a menudo, aunque no exenta de su punto agridulce, que cabe salpimentar con toques de humor, intento escrutar mi entorno sin perder la esperanza. Si se trata de buenos propósitos, me gustaría ver algún día a los responsables de las matanzas referidas en el banquillo mientras sus víctimas disfrutan de la anhelada paz y prosperidad.

No hay buenos augurios para 2024. Las guerras actuales, tanto las mediáticas como las más olvidadas, son fruto del llamado “nuevo desorden mundial”. Y quienes las alientan o apoyan se nutren de una crispación y un populismo propios del denominado “autoritarismo postdemocrático”. Tenemos buenos ejemplos en América y en Europa y émulos en nuestro país. Pero nadie nos puede arrebatar los más preciados tesoros, desde el voto a la palabra, ni la capacidad de análisis racional ante tanto dolor, lenguaje hiperbólico y exceso emocional. Son el mejor antídoto contra el miedo y el odio.

Ante tanta incertidumbre, conviene recordar el adagio latino de “nihil novum sub sole”. El primer paso es una buena selección de fuentes de información, fiables, plurales y rigurosas, para no propagar bulos y aislar a los “haters”. El siguiente, y no menos fundamental, intentar ponerse en la piel del otro, tener un mínimo de empatía. A partir, de ahí, afrontar cada problema con preguntas adecuadas para obtener las mejores respuestas.

Vuelve también la actividad parlamentaria. La duración de la legislatura está en el aire. Esta semana se despejarán algunas incógnitas. Pero el gobierno de coalición tiene difícil mantener todos los platillos en el aire, a la vez, sin que ninguno caiga, según la metáfora política al uso. Y apunta un nuevo ciclo electoral. Primero, dos comunidades autónomas históricas, Galicia (febrero) y Euskadi (aún sin fecha). Aunque las elecciones decisivas serán las europeas, en junio, las que, sin embargo, menos interés popular suscitan. Un gran error. De nuevo, saldrán a relucir en campaña temas nacionales para sustanciar realidades regionales o transnacionales. Y quedará sin afrontar el necesario debate sobre el modelo federal tanto en España como en Europa.

La ciudanía deberá posicionarse otra vez ante diferentes ofertas electorales. Quién no ha oído en su entorno a alguien calificarse como “ni machista, ni feminista” o “ni de derechas, ni de izquierdas”. Suelo discutir con mis alumnos sobre estos temas. Les digo que no hace falta referirse a grandes paradigmas ideológicos, siglas o nombres. La Política, con mayúsculas, desborda la vida partidista. Y es compleja, pero cabe encontrar diferencias razonables entre izquierda y derecha, del mismo modo que no es concebible tratar la relación entre hombres y mujeres desde la equidistancia, como si fuera igual defender la discriminación que luchar por la igualdad.

Ante lo que nos avecina, les propongo un juego, por si no tienen clara su posición política. Usen la primera persona, tanto del singular como del plural, ante los grandes conceptos –nación, seguridad, propiedad, bienestar, libertad, igualdad o paz— que sobrevuelan las alternativas electorales. Cuestiónense si priorizan la seguridad al bienestar, el derecho de propiedad o el derecho a una vivienda digna. Pregúntense si es posible la libertad sin una relativa igualdad de oportunidades. Recuerden hacerlo desde el “yo” y desde el “nosotros”. Y no olviden que, antes que las actuales víctimas, nuestros antepasados perdieron a sus hijos, parejas, hermanos o padres en bombardeos y represalias políticas similares o tuvieron que refugiarse en otro país para huir de la guerra y la represión. Sustituyan el nombre extranjero por el español. Y verán cómo se aclaran.

Espero no haber amargado su vuelta a la normalidad. Les deseo lo mejor para este año nuevo. También mucho ánimo. Que vienen curvas.

Ciudad Real en los años de progreso. Democracia y Autonomía

Por Diego Peris

Publicado en Lanza Digital el 17 de diciembre de 2023

Un libro coordinado por José María Barreda que ha querido contar con autores que han tenido una especial implicación en diferentes proyectos y aspectos de renovación de la ciudad.

10 autores que abordan la evolución de la ciudad y sus grandes transformaciones desde perspectivas diferentes que enriquecen la visión del tema: Enrique Díez Barra, Fernando Lamata Cutanda, Alejandro Moyano Gómez, Diego Peris Sánchez. Isidro Sánchez Sánchez, Lorenzo Selas Céspedes, Antonio Serrano Sánchez, Rosario Tapia Aragonés y José Valverde Serrano.

La llegada de la Democracia

El 15 de junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones democráticas en nuestro país. En Ciudad Real, UCD obtuvo el 38% de los votos, el PSOE el 33%, AP el 10%. En las elecciones de 1979 los resultados fueron muy semejantes, obteniendo UCD un 42% de los votos y el PSOE el 40%. En las elecciones municipales de 1979 UCD obtiene el 45,86 % de los votos y el PSOE un 32%. Lorenzo Selas consiguió la alcaldía de la ciudad y comenzó una etapa de gobierno que se extenderá durante varias legislaturas. La Diputación estaba gobernada por el socialista Francisco Javier Martín del Burgo. La llegada de los ayuntamientos democráticos supuso un cambio esencial en cuanto a las inversiones realizadas en la ciudad y la atención a las necesidades urbanas cercanas y los nuevos equipamientos: dotación de zonas verdes, equipamientos comunes de los barrios, dotaciones deportivas y acondicionamiento de los accesos a la ciudad.

La ciudad experimenta cambios esenciales en sus estructuras urbanas. En la dotación de parques y zonas verdes se realiza la ampliación del parque de Gasset, el nuevo parque del Pilar, el parque de Pio XII, parques de barrios y zonas urbanas y en los últimos años la ampliación del suelo público de la Atalaya. La ciudad recupera una intensa actividad desconocida en momentos anteriores y los sucesivos gobiernos municipales van introduciendo mejoras y reformas en el conjunto de la ciudad. El desarrollo residencial hace que más del 70% de las viviendas actuales de Ciudad Real se hayan construido en este momento. Etapas de desarrollo desigual con momentos de especulación intensa reflejo de la burbuja inmobiliaria que estaba presente en todo el país.

Protagonistas de la transformación

El libro cuenta con aportaciones de especial relevancia porque muchos de sus autores han sido responsables de la gestión política que ha propiciado la renovación de la ciudad en aspectos esenciales. Desde la presidencia de la Junta de Comunidades, la alcaldía de Ciudad Real y Consejerías como la de Educación y Ciencia o la de Sanidad han impulsado proyectos de singular importancia en la renovación de la ciudad durante los más de cuarenta años de vida que tiene ya la democracia en nuestro país.

Transformaciones y equipamientos esenciales en la actual ciudad: la Universidad, las comunicaciones que llegan con el AVE y la infraestructura sanitaria especialmente con la presencia del Hospital General Universitario. Pilares esenciales en la vida de la ciudad: la educación tanto universitaria como del resto de niveles y la sanidad con unas infraestructuras totalmente renovadas.

Y junto a esas transformaciones físicas los impulsos a la vida de la ciudad en ámbitos como la investigación, la cultura, las políticas de igualdad que, poco a poco, van dando sus resultados en la vida social cotidiana, la atención a personas con dificultades y todo lo que supone una lucha por la igualdad y los ámbitos de la libertad ciudadana.

Los equipamientos del siglo XXI

Todo ello exige un apoyo en la realidad física de la ciudad que ha ido mejorando en su concepción general y en sus dotaciones en estos cuarenta años de democracia. El Planeamiento urbanístico que estudia Alejandro Moyano como excelente conocedor del tema ha evolucionado y desarrollado figuras que han dirigido el crecimiento de la ciudad en esta etapa que ya necesita nuevas estrategias y proyectos.

Y ese planeamiento se ha plasmado en desarrollos con un componente esencial desde la inversión pública. La Universidad consigue el desarrollo de una zona de la ciudad con áreas como el nuevo campus junto a la Avenida Camilo José Cela o el campus junto al Rectorado, antiguo Cuartel de Artillería, el desarrollo al otro lado del AVE necesitado de un planeamiento urbanístico renovado o la espera de la nueva Facultad de Medicina. El AVE supuso no solamente la posibilidad de una mejora radical de las comunicaciones de la ciudad con el resto de España sino también un cambio en el desarrollo de la ciudad. Y la construcción del Hospital Universitario con cerca de 200.000 metros cuadrados construidos renovó el servicio sanitario y el desarrollo de la zona sur de la ciudad.

A principios el siglo XXI se construirán el Conservatorio (2006) o el Parque Juan Pablo II. Y en la calle Eras del Cerrillo, frente a la plaza del Trillo se encuentra el edificio de los Juzgados terminado en 2006. El año 2008 se completaba la Biblioteca Pública en la proximidad del Parque de Gasset. Los servicios comunes representan un total de 734.000 metros cuadrados, 40.000 destinados a usos culturales, 42.000 a usos religiosos, 46.000 al uso asistencial, 99.000 a usos administrativos, 113.000 a educación, 171.000 a Universidad y 220.000 a sanidad. La mayoría de ellos han sido construidos o renovados en las últimas décadas configurando un porcentaje de superficie de especial calidad para la ciudad.

La imagen de la ciudad en democracia

La imagen de la ciudad en este 2023 es la de una ciudad renovada en más de un 90% en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Un desarrollo que destruyó el patrimonio construido de siglos anteriores y alteró gravemente su trama urbana.

Los equipamientos públicos cualificados y actuaciones puntuales de urbanización y diseño de zonas interiores van conformando una ciudad que, a pesar de las graves alteraciones de épocas anteriores, permite una calidad de vida por sus dimensiones, sus servicios y las condiciones sociales y culturales de convivencia. Un patrimonio público que, convertido en común por su funcionalidad y por el uso de los ciudadanos, hace del espacio construido una auténtica ciudad. Una ciudad reconstruida en la segunda mitad del siglo XX y especialmente cualificada en el desarrollo de la democracia.

El libro Ciudad Real en los años de progreso es un excelente recorrido por la ciudad de estos cuarenta últimos años, de la mano de muchos de sus protagonistas. Un recorrido que nos indica el camino que nos ha permitido avanzar la democracia como marco de convivencia y que nos anima a mejorar en el futuro en ámbitos de convivencia y entendimiento común. Una publicación cuidada por la editorial Serendipia y el diseño de José Luis y Yolanda que ofrece una buena lectura de la trasformación de la ciudad en las últimas décadas.

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE ALBERTO SÁNCHEZ

Por Jesús Fuentes Lázaro

Publicado en Hombredepalo.com el 15 de diciembre de 2023

Los inviernos de Moscú están condicionados por la humedad y el frío del Moscova. Los días transcurren duros y de luz corta. En estos años de supervivencia, algunos angustiosos, Alberto Sánchez reproduce en su memoria el sol inclemente de los alrededores de Madrid. El calor agobiante de la casa de las Covachuelas. O el frío que proviene del Tajo. Nada semejante a esto. Sus familiares más cercanos, y algún periodista de Chile, trasmiten los frenéticos últimos años creativos de Alberto. “Este corresponsal tuvo el privilegio de visitar a Alberto Sánchez hace tres meses, pocos días antes de que cayera enfermo, en compañía de Pablo Neruda. Allí en su taller pude ver el mundo fabuloso de formas, la gracia alada de su pájaros, el punzante recuerdo convertido en madera o piedra de sus mujeres españolas” (El Siglo, Santiago de Chile, 15 de octubre de 1962). Intentando sobreponerse a fracasos personales y colectivos se esfuerza con el mismo ahínco de su juventud, cuando de noche trabajaba en la panadería y el tiempo libre lo dedicaba a los dibujos, a la escultura, a las tertulias, a los paseos por Vallecas o por Toledo.

Reprimida su capacidad creadora durante años, en parte por voluntad propia y en parte por las circunstancias del momento histórico, mira hacia atrás y descubre que apenas quedan obras suyas. ¿Qué dejará a su familia y a la posteridad? Piensa en la familia que tanto le han protegido. Mientras trabaja o dibuja esa preocupación se mezcla con las imágenes y las formas que se le amontonan. ¿Qué será de ellos? ¿Qué fue de las cabezas de hombres y mujeres que reflejaban los vicios humanos: los sifilíticos, los tuberculosos, las caras de hambre, los mendigos y la fisonomía de los cuerpos prostituidos? ¿Qué fue de los “milagristas” y los tomadores de sol? Tal vez no quede ya ni el recuerdo. No pertenecerá a ningún lado. Experimenta un desarraigo torturado. Lo siente como su gran fracaso. Existen fotografías, documentos gráficos, criticas periodistas, pero sus obras en España desparecieron entre el fragor de la guerra, los traslados apresurados y la salida, casi improvisada, a la Unión Soviética.

El trabajo febril de los últimos años habla de la tragedia que mortifica a Alberto Sánchez cuando constata que su obra es invisible. Solo existe en sus recuerdos. Es cierto que los elementos que emplea tampoco ayudan a su conservación, pero los materiales desechables forman parte de su proceso de creación. Ni siquiera sabe qué pudo ser de aquel monolito orgulloso, aquel camino levantado hacia el cielo que, en plena guerra civil, en el París de la Exposición Universal, hablaba de la estrella del pueblo español elevándose hacia el futuro. Fue un grito de optimismo entre las ruinas del desastre. Y aunque las gentes de izquierdas no deben pensar en la trascendencia, la pervivencia en el tiempo de su obra y su persona (un lujo burgués) forma parte de su drama personal. La escasa presencia de su obra en el arte español y en el universal lo interpreta como un fracaso personal. ¡Él, que había querido superar las visiones anticuadas de la expresión artística de su época! Envidia a Picasso. Le doblega el desastre de sus sueños de un arte nuevo que represente las formas que la Naturaleza le ofrecía a cualquier hora del día. Dialogaba con ella. Solo se trataba de observar, escuchar e interpretar.

Barco, 1960-62. Acuarela y tinta sobre cartón. 29 x 40 cm. Exposición de dibujos en la galería Guillermo de Osma.

La familia ha construido la imagen de una persona sin debilidades humanas. Un hombre centrado en su actividad creadora. La sensación de amargura que Alberto experimenta en los últimos años de su vida, la familia la ha diluido en una mezcla de silencio dulce y de creador infatigable. Han colocado sobre su vida una gasa que encubre las amarguras y las derrotas personales o creativas. Se priva a Alberto Sánchez, bienintencionadamente, de su calidad humana. Sin embargo es su humanidad, su inteligencia natural, su sentido de la poesía, su compromiso político y social, seguidor convencido del materialismo histórico, lo que convierte a Alberto Sánchez, no en personaje, sino en su propia obra de arte. Una obra frágil, sensible, rugosa, con carencias intelectuales, pero con capacidades poéticas y técnicas revolucionarias. Francisco Umbral lo define en la revista Galería en 1989: “Alberto ha asumido más mundo que ningún otro creador del siglo XX, junto a Picasso, y en Toledo, en Vallecas o Moscú, en París o en Madrid, su obra, su orbe, sus abstracciones tan comunicativas y sus estilaciones/estilizaciones tan avecindadas donde se las ponga, explican perpetuamente el mundo por la bondad, mejor que por el azar o la necesidad. Eso, y lo buena persona que era.” (Reproducido en el Catalogo “Encuentro en Toledo 1895-1995).

Alberto no era hombre que expresara sus angustias, prefería trasmitir alegrías. Lo había decidido hace mucho tiempo. “Renuncié a hacer cosas que me pudieran llevar a ver solo el lado negativo de la vida y que por el contrario debía hacer cosas concretas orientadas a la vida nueva.” La decisión se acomodaba a la visión de sí mismo como obrero del arte. Nunca dejaría de ser el niño pobre de las Covachuelas, solo que ahora con un vozarrón de hombre y una capacidad de transformar cualquier relato, oral o escultórico, en un recital poético. Lo que ha llegado a nosotros es la ocultación de los sucesos negativos de su vida. Alberto habría venido a este mundo dotado más de poderes divinos que de cualidades humanas. Y esa imagen se ha fijado como un canon difuminado para explicar su figura y su obra. Se le despoja de sus sentimientos, de sus emociones coloridas, de sus visiones únicas, de los arrebatos que procuraba controlar. De su inteligencia crítica. Y se repite sin atender a las tragedias que lo acosaron. Sobre todo, el exilio.

Monumento a la paz. Madera 137x65x40. Colección de Arte Contemporáneo Español de Naturgy.

El exilio conlleva el extrañamiento de tu propia condición. Todo es nuevo, pero nada te conmueve. Has sido arrancado de ti mismo, de tus costumbres, de tus colores, de la luz, de los sentidos, del lenguaje, de tu arte. Tienes que aprender a vivir otra vez. Para Alberto el exilio resulta su gran fracaso existencial, porque ha quebrado el país del que salió precipitadamente. Apegado a sus tierras rojas y pardas, el exilio supone la ausencia de su orientación creativa. Lejos queda la fortaleza de los paisajes luminosos de Vallecas o de Toledo. Evoca el sol abrasador de los veranos de la Sagra o de Alcalá, que difumina los cuerpos y embravece a los toros.

Le duele no poder hacer escultura en Rusia. Sus formas y sus composiciones no son revolucionarias como él creía, sino arte burgués, contrarrevolucionario. No es el arte del pueblo con el que había soñado en Madrid, ni la realización de una belleza nueva que represente a las clases trabajadoras. Moscú si sitúa a demasiada distancia de cuanto añora: paisaje, amigos, idioma. Vive donde ha triunfado la revolución proletaria, la gran esperanza en la lucha contra el capitalismo, pero en nada se parece a sus anhelos de libertad, a sus comportamientos enardecidos, a sus geometrías revolucionarias.

Llega a Rusia, como exiliado protegido, en el año 1938. Un año después de la conmemoración especial de los veinte años de la Revolución Proletaria. La patria de los trabajadores del mundo. Moscú vive inmerso en una gigantesca renovación urbana. Se construye una ciudad nueva. Se mire hacia donde se mire, no se pueden abarcar las dimensiones de las obras. Bajo el suelo, estaciones de metro como palacios; en la superficie, grandes carreteras que se adentran en el horizonte; en la arquitectura, los edificios que retan al cielo; en la naturaleza, los parques enormes como selvas plantadas. Los puentes ya no sirven para cruzar ríos, deben aportar belleza. El nuevo “skayline” de Moscú, va a quedar definido por el edificio de viviendas de la Casa del Gobierno o el monumental Palacio de los Soviets para el que pedirán su colaboración. Si esto fue cierto, por alguna una razón que nadie de la familia ha desvelado, lo rechazará. ¿Presiente que la escultura que él hace no encajaría en la nueva ciudad del “homo sovieticus”?

Mujer castellana, 1958-1960. Hierro, madera. Museo Pushkin.

Moscú es un “paisaje planificado” para acogera millones de habitantes. Competirá con cualquier ciudad Europea. Se construiría en Rusia el “Jardín del Edén.” El infierno y el paraíso, coexistiendo en el mismoespacio. El comunismo como teleología utópica. Un camino hacia el futuro, concepto que a Alberto le resulta muy querido. En paralelo, Stalin organiza una red de policía secreta, con cárceles, torturas, farsas judiciales, ejecuciones, desaparecidos. Siberia como destino. Los años del Gran Terror.

Aún así muchos intelectuales y artistas jóvenes, comprometidos con la revolución, se mantienen ilusionados por la creencia de que se puede hacer realidad la utopía con la que habían soñado cuando se enfrentaron contra el zarismo corrupto. Brutalmente se irán desencantando. A pesar de las dificultades del idioma y del trato protocolario, Alberto Sánchez atisba desconfianza y miedo en los ojos de las personas con las que trata o le reciben con entusiasmo protocolario. No entiende a esas gentes, es que son eslavos, se justifica. Se suceden las manifestaciones de apoyo a España, la recogida de donaciones en las fábricas y en los centros de producción, la solidaridad de los trabajadores. España es la segunda apuesta internacionalista para el triunfo de la revolución proletaria. Pero nada de eso quedará cuando termine la guerra en España y llegue el vendaval de la Gran Guerra Patriótica. La España, que antes era aclamada, queda relegada. Nadie se preocupa por su destino. La pequeña comunidad española se ve envuelta en las intrigas partidarias. Cualquiera que disienta, que critique a la URSS o quiera salir de ella será considerado “traidor.” Y esa es una acusación que Alberto no quiere recibir. Sería lo peor que le podría suceder. Entre los españoles exiliados todos sospechan de todos. El estado neurótico que se ha apoderado del PCE se vive con mayor intensidad en Rusia, donde reside Dolores Ibarruri, su protectora, cada vez más alejada de los exiliados. Solo se la ve a distancia en las grandes celebraciones de exaltación comunista.

Boceto para el telón de “Fuenteovejuna”. 1932.

Vive en un país con modos de vida que no comprende. Le sorprenden las colas en las calles, en las plazas, en todos los lugares, para cualquier asunto cívico. “Hacer cola era la actividad que lo convertía a uno en ciudadano soviético”, escribe Karl Schlögel en su libro “El siglo soviético.” Con unos planteamientos artísticos rígidos, arbitrarios, grises, muy distantes de sus paisajes encendidos, de sus figuras apenas intuidas. Aquí no podría realizar su escultura “Volumen que vuela en el silencio de la noche y que no pude ver.” O “Escultura del horizonte. Signo del viento.”

Busca en Rusia paisajes parecidos a las llanuras de Vallecas o a los alcaenes de Toledo. Se acumulan fracasos ajenos sobre pérdidas propias. Pierde su obra, pierde su país, se desmoronansus creencias revolucionarias. Se agudizan los males del exilio. La revolución se ha convertido en una dictadura personal. Quedan demasiado lejanas sus fuentes de inspiración. ¿Cómo concebir aquí una escultura titulada, “Macho y hembra, entrelazados, con espartos y tomillos, bramando como el toro al sol de mediodía, en verano”? No existe la Naturaleza en la que él ve pájaros inauditos, figuras fantasmales, mujeres saliendo de arroyos de juncos. Pero sobre todo “había perdido esa práctica abstracta que crecía de sus manos, que ascendía verticalmente, vegetalmente, y que luego él grababa, tatuaba con puntos cóncavos e incisiones lineales, componiendo imagen y clave cósmica, descifrando mundos, más exactamente, cifrándolos, numerándolos, reimaginándolos, comprometiéndolos (Del texto que Oteiza escribió con motivo de la exposición de la obra de Alberto en Madrid en 1975).

En paralelo al trabajo frenético, prepara una exposición en un país en proceso de cambio. La llegada de Jruschov abre un tiempo que le favorecerá. El gobierno le cederá una casa amplia, con estudio espacioso y una pensión que le permita dedicarse a la creación sin angustias de supervivencia. Eso, la supervivencia que ha sido sobrellevada por la nostalgia de volver. Recuerda a la Diputación de Toledo cuando le concedió una ayuda para que pudiera dejar de trabajar en oficios miserables y dedicarse a la escultura. Se le abrieron las puertas del universo. Correspondió a la Diputación con la donación de dos obras. Ahora querrá hacer lo mismo con el Estado Soviético.

Tras la exposición que, sueña triunfante, en el Gran Moscú, varias obras suyas permanecerán en el Museo Pushkin. La exposición, sin embargo, no se realizará. El tiempo había terminado.

Jesús Fuentes Lázaro

El texto del artículo es una ficción que forma parte de este libro publicado por la Editorial Almud y coordinado por Enrique Sánchez Lubián.

Bibliografía utilizada.

Blom Philipp, Años de vértigo. Cultura y cambio en Occidente, 1900-1914. Anagrama, 2017.

La Fractura. Vida y Cultura en Occidente, 1918-1938. Anagrama, 2016.

Bozal Valeriano, Historia de la pintura y la escultura del siglo XX. Volumen 2. La balsa de la Medusa, Madrid 2013.

Cerro Ángel del, Vida y obra del escultor Alberto Sánchez. Ledoria. Toledo, 2222.

Catálogos. Encuentro en Toledo, 1985-1995. Coordinador Fernando Barredo Valenzuela. Ayuntamiento de Toledo, 1995.

Catalogo de Alberto Sánchez, 2 vols. Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha, 2023.

Losada Gómez María Jesús, Alberto Sánchez y su época. Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos. Toledo 1985.

Karl Schlögel, El siglo soviético. Galaxia Gutenberg, 2021.

Terror y Utopía, Moscú en 1937, Acantilado, 2014.´

Gregorio Morán, Miseria, grandeza y agonía del PCE. Akal, 2ª edición, 2017.

Odd Arne Westad, la Guerra Fría, Galaxia Gutenberg, 2022.

Aleksievich Svetlana, el Fin del Homo Sovieticus. Acantilado, 2015

IMPOTENCIA

Por Ángel Luis López Villaverde

Publicado en El DIAdigital.es el 12 de diciembre de 2023

Corría el otoño del año 2000. Iniciaba mi segundo curso como docente a tiempo completo, tras pedir la excedencia como bibliotecario. Cumplía el sueño de ser profesor universitario. Estaba tan ilusionado como preocupado por el paso que había dado, pues, como Asociado, mi nómina había menguado notablemente. Pero era mi decisión. Y necesitaba engrosar mi currículum para consolidar mi futuro profesional. Mis publicaciones se limitaban entonces a un par de libros como autor y otros tantos como coordinador, además de alrededor de una decena de colaboraciones de más o menos impacto, entre capítulos de libros y artículos de revista. Un colega del campus, con el que compartía despacho, aunque era de otro departamento, me ofreció introducir contexto histórico para su seminario sobre minorías religiosas en España, dedicado a los judíos. Le agradecí el ofrecimiento y quedamos en que hablaría de los orígenes y evolución del conflicto palestino-israelí. Quería aprovechar la oportunidad para ampliar méritos. Duró poco la ilusión. Pocos días después, el organizador me pidió disculpas por borrarme del elenco de intervinientes. El programa contemplaba que el embajador israelí en España daría la charla introductoria. Y este había vetado la mía. Ni me conocía ni podía haber leído nada mío que le incomodara, pues no había escrito nada al respecto. En esos momentos, sentí impotencia. Mucha impotencia.

Pongamos marco temporal. Se acababa de enterrar el proceso de paz iniciado con los acuerdos de Oslo en 1993. Uno de sus firmantes, el ex primer ministro israelí Isaac Rabin, había sido asesinado en 1995. El otro, Yasir Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), iba a iniciar su arresto domiciliario en Ramallah, que se prolongaría hasta su muerte, en 2004, probablemente envenenado. Los antiguos enemigos, cuyo gesto les valió el Nobel en 1994, pagaron con su vida su apuesta de paz por territorios. Mientras, con el cambio de siglo y de milenio, crecía el protagonismo de los “halcones” israelíes y de las milicias islamistas palestinas, opuestos a la negociación. Hamás, la milicia mimada por los servicios secretos israelíes para debilitar a la OLP de Arafat durante la primera intifada (1987-1993), iría creciendo en los años siguientes, por su oposición a los acuerdos de paz, y se fortaleció durante la segunda intifada (2000-2005), hasta convertirse en el peor enemigo del estado hebreo. El resultado lo estamos viendo. Una debilitada ANP, que apenas controla parcialmente Cisjordania, y un enfrentamiento entre un grupo terrorista que quiere borrar del mapa a Israel y el ejército más potente de la zona, que, en su intento de vengar los atentados sufridos en octubre –saldados con el asesinato de mil cuatrocientos ciudadanos israelíes y dos centenares de secuestrados— está provocando una masacre de civiles en la franja. Se han reportado más de dieciocho mil gazatíes muertos; el setenta por cien de los cuales son, al parecer, mujeres o niños. Una tragedia, que se suma a otras anteriores, y que nos pone ante una paradoja: los líderes que anteponen la paz a la violencia son señalados como traidores y acaban sucumbiendo ante los fanáticos. El mismo destino que los firmantes de Oslo había sufrido anteriormente el presidente egipcio Anwar el-Sadat, asesinado en 1981, tres años después de los acuerdos de Camp David, también con mediación norteamericana, que había puesto fin al contencioso entre Egipto e Israel.

El seminario comentado se desarrolló en febrero de 2001. El embajador israelí acudió al campus rodeado de guardaespaldas. Entendí por qué fui vetado. Quería imponer su relato victimista. El pueblo israelí, asediado por los vecinos países árabes desde su nacimiento, necesitaba defenderse para subsistir. En su interpretación, no había tal “conflicto”, sino una agresión árabe continuada. La propaganda sionista no admite matices. Habló de las guerras “de liberación” (1948-1949), de los “Seis Días” (1967) y del Yom Kippur (1973). Para que no peligrara su narrativa se saltó la guerra del Sinaí o “crisis de Suez” (1956). Al terminar, abandonó el salón de actos rodeado de su nutrido servicio de seguridad. En el fondo, sentí cierto alivio, por no haberme visto escrutado en esas condiciones. Aprovechando que mi clase empezaba a continuación, expliqué a mis alumnos las lagunas que había mostrado el embajador y les insistí en las diferencias entre judaísmo, sionismo y semitismo, para evitar las habituales confusiones entre antisemitismo y antisionismo. Les planteé también una reflexión personal: que, a esas alturas, los palestinos no hubieran puesto tantos reparos a una división en dos estados que, en su momento, vieron como un trágala de la ONU. Si el diplomático me hubiera dado la oportunidad de explicarme, es probable que el debate hubiera ganado.

Han pasado veintitrés años y la situación ha empeorado notablemente. Fue la primera (y única) vez que fui vetado en un acto público. El problema no era yo, sino mi oficio. Mi censor era una autoridad extranjera, ajena al mundo universitario, y lo hacía en mi propia “casa”. Asumí la situación sin protestar ante el Rectorado. No sé si por cobardía o por prudencia. Las actas se publicaron al año siguiente. Otros colegas hablaron de temas apasionantes, pero menos controvertidos que el “conflicto” palestino-israelí: la cultura y la religión judía, Sefarad, la diáspora o las relaciones hispano-israelíes. Recordemos la máxima de que “lo que no se nombra, no existe”.

He vuelto a sentir aquella impotencia recientemente, por otros motivos, naturalmente, tras escuchar al ministro de asuntos exteriores israelí acusar a nuestro presidente de gobierno de alinearse con el terrorismo y denunciar al secretario general de la ONU de poner en peligro la paz mundial. Ambos habían condenado, como procede, los atentados terroristas de Hamás, pero advirtiendo de que no es tolerable la matanza indiscriminada de civiles y que había que parar esa sangría. Nada más y nada menos.

También la Comunidad Internacional ha asistido impotente al veto ejercido por los Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas, en su afán de evitar que prosperara el artículo 99 de la Carta fundacional, que hubiera forzado un alto el fuego humanitario en la franja de Gaza. Tras la tregua, Israel está intensificando unos ataques contra más de dos millones de potenciales víctimas, que ya no disponen de lugar seguro donde refugiarse. Asistimos a un drama colectivo de enorme calado. Podría aplicarse hoy al ejército israelí la frase atribuida a Miguel de Unamuno en su choque dialéctico con el fundador de la Legión en el paraninfo de la universidad de Salamanca, en octubre de 1936, cuando le recordó que los militares sublevados disponían de la fuerza bruta para imponerse, pero que vencer no significaba convencer. La cuestión es cuánto sufrimiento queda por soportar en la cuna de nuestra civilización, origen de las “religiones del libro” y escenario de una barbarie que parece no tener fin. Quedan pocos motivos para el optimismo, tras tanta sangre derramada y tanto odio acumulado desde 1948. Pero no puede agotarse la esperanza. Ya lo dijo Mahatma Gandhi, otra víctima de la intolerancia y el fanatismo en su India natal: “no hay camino para la paz, la paz es el camino”.