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Categoría: General

De Alicante, con apellidos extranjeros

Por Félix Pillet Capdepón

Publicado en «Información.es» el 29 de diciembre de 2022

Existen ciudades que se han caracterizado por ser las más visitadas, o bien las que han sido un destino mayoritario para vivir, dado su buen clima. Un ejemplo entre otras muchas es Alicante, que desde siempre ha venido sumando inmigrantes nacionales y extranjeros. La crónica alicantina de Viravens (1876) señalaba que tanto las guerras de Sucesión como de Independencia pusieron a la ciudad en contacto con el extranjero, mostrando el interés que ofrecía, dado el fácil acceso a la urbe mediterránea. Una obra colectiva sobre la Historia de Alicante escrita con motivo del Quinto Centenario de la Ciudad (1490-1990) venía a manifestar que desde los años sesenta del siglo XVIII la presencia extranjera fue muy destacada, como así lo atestiguaba el catedrático de Historia Contemporánea Enrique Giménez: “Una ciudad portuaria como Alicante, en la que residía una importante colonia extranjera, contaba con una peculiar organización mercantil”. Otros textos de la misma obra venían a añadir que desde mediados del siglo XIX la ciudad ofrecía una amplia presencia extranjera, formando parte de la burguesía más característica y reconocida, tanto financiera, como comercial y de negocios, fuertemente vinculada a la burguesía agraria. Eran ejemplo de ello distintas familias: Die, Leach, Maissonnave, O´Conor, etc.

A esta relación se unen mis apellidos, pues mientras los de mi padre son: Pillet (Lyon, Francia) y Domañski (Varsovia, Polonia); los de mi madre: Capdepón (Oloron de Saint Marie, Francia) e Icabalceta (Mañaria, Vizcaya). Los Pillet representaban la burguesía comercial; los Capdepón, la agricultura de regadío y un ministro liberal del XIX; los Domañski, la vieja nobleza polaca y militares de alta graduación; y los Icabalceta, la administración.

Comenzamos por la parte paterna: los Pillet. Mi bisabuelo Julio Pillet Blanc nació en Lyon (1835), llegó a España en 1855, combinó sus negocios de plomo con su trabajo como administrador en la compañía ferroviaria MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante) hasta que por fin llegó a Alicante (1877), donde sus hijos combinaron el plomo con otros elementos de construcción (fábrica de espejos, etc.), una empresa situada en la calle San Fernando, la misma calle donde residíamos en un edificio familiar con balcones a la Explanada de Alicante. Nos centraremos ahora en los Domañski, familia polaca perteneciente a la nobleza: Domañski Larissa. Mi tatarabuelo Alberto Domañski Zaborowski (o Saboroski), nacido en Varsovia (1778), llegó a España con las tropas de Napoleón y volvería a nuestro país una vez restablecida la situación. Por ser hijo de madre rusa, fue designado Cónsul de Rusia en Alicante. Mi bisabuelo, Miguel Domañski Mayor, nacido en Alicante (1813), fue Guardia de Corps, cuando reinaba Isabel II. Su primer destino fue Madrid, en el Palacio Real, jóvenes éstos muy del agrado de la Reina… Y después entró a formar parte del Real Cuerpo de Carabineros, donde llegaría a teniente coronel. Fue alcalde de Alicante durante unos meses (1874), y durante los cuatro años siguientes Diputado Provincial por los distritos electorales de Villajoyosa y de Callosa de Ensarriá en representación del Partido Liberal. Mi abuela, Margarita Domañski se casó con Félix Pillet Lecoeur, de origen francés por ambos apellidos.

Respecto a la parte materna: los Capdepón. Nuestro primer antepasado, Juan Pedro de Capdepón, abandonaría la ciudad meridional francesa de Oloron de Sainte Marie para dirigirse hacia la Vega Baja del Segura en la provincia de Murcia. Nuestro abuelo Federico Capdepón, finalizando el siglo XIX, acompañó a su tío Trinitario Ruiz Capdepón por los distintos ministerios. Trinitario (Orihuela, 1836) perteneció al Partido Liberal, fue gobernador del Banco de España, vicepresidente del Congreso y senador vitalicio, así como ministro con Sagasta en cinco ocasiones: Gobernación, Ultramar, y Gracia y Justicia entre 1880 y 1894; firmó la ley del Sufragio Universal de 1890. Federico, mi abuelo materno, se casó con María Icabalceta en Murcia y luego se trasladaron a Alicante.

Este recorrido, hace que tengamos un pasado lejano francés y polaco, sobre todo hasta comienzos de la segunda parte del siglo XIX, que es cuando terminaron de llegar a Alicante mis ancestros, aspectos que fueron analizados, entre otros aspectos, en nuestra mixtura literaria: Autografía (2019).

Fronteras de odio y codicia

Por Antonio Marco

Publicado en El Decano de Guadalajara el 28 de diciembre de 2022

Fronteras de odio y codicia es el título del último libro que ha publicado Ángel Abós Santabárbara, doctor en Historia y Catedrático, ya jubilado, del Instituto Antonio Buero Vallejo de Guadalajara y profesor asociado de la Universidad de Alcalá. Con Ángel me unen muchos años de compañeros en el mismo Instituto y en algunas funciones de la Administración y también me une una larga amistad desde que coincidimos a finales de los años 70 y publicamos conjuntamente ya en 1983 la obra Diccionario de términos básicos para la historia (Alhambra 1983).

 

Ángel Abós es un sólido y serio historiador, nacido en Alagón (Zaragoza) pero asentado en Guadalajara desde hace 43 años. Ha publicado media docena de obras importantes de entre las que destaco, además del citado Diccionario… , La Historia que nos enseñaron, obra muy bien valorada y muy citada sobre la enseñanza (y manipulación) de la Historia durante la dictadura franquista y La desamortización De Mendizabal a Madoz. Modernidad y despojo.

 

Abós, absolutamente honrado en su trabajo inagotable, se siente, como él mismo dice, libre de “cualquier condicionante o sesgo, dando prioridad a los hechos”.  Se siente también obligado, como extraordinario docente que es, a abordar con seriedad y rigor la historia de nuestro país, especialmente la más cercana y contemporánea, para revelar a los jóvenes estudiantes y al público en general las causas reales, algunas incomprensible y deliberadamente ocultas, de la situación actual, que se hunden en el substrato de los cinco siglos pasados de la Edad Moderna y de la Edad Contemporánea, sobre todo en los siglos XIX y XX. Como se dice en la contraportada del libro “Una serie de circunstancias han hecho que el pueblo español sea un gran desconocedor de su propia historia, adulterada y silenciada en numerosas ocasiones… La parte más oscura y desconocida de nuestro pasado, aquella que a lo largo de quinientos años generó fratricidas guerras, odios sociales y religiosos en sintonía con una codicia sin límites…

 

Con absoluto rigor y encomiable valentía pone ante la mirada y comprensión del lector dos de los factores esenciales que desde hace quinientos años vienen definiendo nuestro pasado próximo como país y siguen marcando nuestro presente tan problemático en aspectos esenciales. Esos dos factores son en síntesis el odio entre grupos de diversa consideración, no solo de las clásicas clases sociales, y la codicia de algunos estamentos o grupos que, con absoluta insolidaridad y falta de sentido de estado colectivo, solo han procurado enriquecerse a costa del resto de ciudadanos.

 

Arranca con la expulsión de los judíos, buen ejemplo de odio y codicia hacia estos chivos expiatorios de los males del momento, y va pasando revista a numerosos episodios y hechos a lo largo de quinientos años: la Inquisición y la persecución del hereje, la exigencia de los estatutos de limpieza de sangre, la situación de práctica esclavitud de los payeses de remensa catalanes, el impacto del descubrimiento y conquista de América con fabulosas oportunidades de enriquecimiento, la carencia de una moderna y eficaz vertebración del gran imperio de los Austrias, los problemas eternos de un campesinado empobrecido e inculto, la omnipresencia del espíritu de la Reforma tridentina, la llegada de los Borbones, unas desamortizaciones que esquilman a campesinos y expolian a las villas y pueblos en beneficio de una aristocracia egoísta, la resistencia del Antiguo Régimen y la oposición de la Iglesia Católica a todo intento de modernización, generándose grandes odios, la generación y mantenimiento de privilegios en el País Vasco y Navarra o el proteccionismo que privilegia a determinadas regiones, como de manera muy notable ocurre con Cataluña, etc etc. etc. Un estudio especial, por su profundidad y espacio, es el dedicado al siglo XX:  Segunda República, Guerra Civil, dictadura franquista, hasta desembocar en dos de los problemas actuales que en gran medida determinan y condicionan la realidad de la convivencia del pueblo español actual: los nacionalismos vasco y catalán.

 

En este libro encontrarán los lectores actuales la explicación del proceso de génesis y desarrollo de estos nacionalismos periféricos y también de una cruel dictadura que durante cuatro décadas negó al pueblo español el desarrollo y convivencia en libertad. Es, pues, un libro de obligada lectura para todos cuantos se interesan por la realidad social y política de la España actual, muchos de los cuales se acaloran a veces en absurdas discusiones sin suficiente conocimiento ni de la realidad ni de las causas que la han generado.

 

En el proceso de generación del libro, Ángel Abós  resulta absolutamente magistral en la selección de numerosos y precisos textos documentales, breves, que obligan al lector con su inmediato y fuerte impacto a comprender lo que parecería necesitado de una compleja y larga explicación.

 

Ojalá esta obra consiga el objetivo que Ángel Abós se propone en la misma presentación inicial: “Su finalidad última es que el conocimiento del pasado ayude a terminar con los estériles odios y la codicia se atempere dando paso a la tolerancia y a la solidaridad entre personas y pueblos”. No es el actual el peor momento de nuestra historia, desde luego, pero cuán necesitados seguimos estando de que ese objetivo y finalidad se cumpla y se frene radicalmente el tortuoso camino por el que algunos irresponsables desean que transitemos. Por eso, sean bienvenidas obras como la presente, fruto del trabajo incansable de un serio historiador, comprometido a machamartillo con la verdad y la educación de la sociedad en la que vive, porque obras sobre nuestro pasado hay infinitas, pero rigurosas y serias, deudoras de la verdad y con un noble objetivo no son todas ni mucho menos. Hay mucho pseudohistoriador al servicio y encargo de nacionalismos y grupos sociales diversos. Ese no es el carácter de la obra de Ángel Abós.

 

ABÓS SANTABÁRBARA, ÁNGEL: Fronteras de odio y codicia. Editorial Club Universitario, noviembre 2022.

Elisa Belmonte Useros: “Es una obligación de los españoles difundir nuestra música”

Entrevista a Elisa Belmonte concedida al Grupo Multimedia de Comunicación ‘La Cerca’

Imagen: Elisa Belmonte en el acto de recepción de los Príncipes de Asturias a la ciudad de Albacete con motivo del III Centenario de la Confirmación de la Feria

Publicado en La Cerca el 19 de diciembre de 2022

A través de una entrevista concedida al Grupo Multimedia de Comunicación ‘La Cerca’, repasamos la trayectoria profesional y personal de Elisa Belmonte Useros, soprano, pedagoga, Doctora en Ciencias Médicas y Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación, además de gran embajadora de España y Albacete en el mundo.

Elisa Belmonte nos recibe en el Museo de Cerámica Nacional ubicado en Chinchilla de Montearagón (Albacete), muy vinculado a su historia familiar. Este espacio, que alberga auténticas joyas de cerámica elaboradas en distintos puntos del país, fue inaugurado en 1980 por sus padres, Manuel Belmonte y Carmina Useros.

Orgullosa de mantener este legado por el que tanto lucharon sus padres, Elisa nos cuenta que este Museo, que cumplirá 43 años de vida en 2023, “es único en España y en el mundo”. Su intención es preservar y conservar este espacio que está articulado en seis salas donde se distribuyen más de 2.000 piezas procedentes de todos los alfares del país y de diferentes épocas entre las que se incluyen lebrillos, platos, tinajas, botijos, jarras, cuerveras, pucheros, y otras muchas más que suponen un gran atractivo entre la multitud de visitantes que esta galería recibe a lo largo del año y que ayuda a impulsar el turismo de la provincia de Albacete y, en especial, de Chinchilla de Montearagón.

La vida de Elisa Belmonte está cargada de vivencias. Desde su niñez, en una casa abierta a las personalidades artísticas y culturales de la época, recuerda multitud de momentos junto a sus cuatro hermanos y sus padres, un matrimonio que compartía la inquietud por la cultura de su tierra y que tanto significó para la provincia de Albacete.

“Mi madre y mi padre formaban un tándem impresionante. Mi madre era una mujer muy brillante que tenía mucha luz, muy positiva…Cuando estoy negativa pienso en ella y en lo positiva que era en todo, tenía mucho tesón y era muy trabajadora y por eso pudo conseguir muchas de las cosas que se propuso, incluso el Museo de Cerámica Nacional, los libros de cocina, fue la primera mujer en Castilla-La Mancha que publicó un libro declarado de Interés Turístico Nacional y la primera mujer que perteneció a la Academia de Gastronomía de Castilla-La Mancha…Como madre era genial, he guisado y cocinado muchísimo con ella y hemos compartido momentos maravillosos”, recuerda.

Además, su familia fue fundamental en sus inicios en el mundo de la música y de la canción. “Nunca llegamos a pensar que yo iba a ser una cantante profesional…el canto normalmente no lo eliges tú sino que te elige a ti. Yo canté por primera vez en mi Comunión con 6 años, luego empecé a tocar la guitarra y, en un coro de Valencia, fue cuando el director me dijo que tenía que estudiar canto, pero yo estudiaba Pedagogía y pensaba que la Pedagogía y la Psicología iba a ser mi campo, y de hecho lo ha sido porque he tenido una consulta de voz durante muchos años. Después di el salto a Madrid y fue cuando comencé a abrirme camino como cantante profesional”.

Admite que el dedicarse profesionalmente al mundo del arte era (y sigue siendo) complicado, y más si cabe en una ciudad como Albacete y una región como Castilla-La Mancha que por aquel entonces no contaban con tradición musical. “En toda Castilla-La Mancha no había ningún teatro que tuviera una temporada de ópera. No es lo mismo si eres de Oviedo, que está el teatro Campoamor, o si eres de Madrid o Sevilla, con el Teatro de la Maestranza. Había ciudades con una tradición operística muy importante pero Albacete no la tenía y era muy complicado. Además, como en todos los trabajos en los que hay que mostrarse, hay competitividad y el mundo del arte es siempre muy complicado”.

Sin embargo, Elisa Belmonte ha logrado llegar a lo más alto, actuando en los mejores y más importantes escenarios del mundo.

Recuerda de manera especial la primera vez que se subió a un escenario para cantar como cantante lírica. “Fue en 1983, en el Teatro Circo de Albacete, estrenando unos villancicos del Padre Josico con la Banda de Música Municipal…Albacete me ha tratado con muchísimo cariño, con mucha respuesta, pero han sido pocas las veces que he actuado aquí en los últimos 20 años, han sido muchas más en el extranjero o en Madrid. Siempre me encanta poder cantar en mi tierra, me gusta, pero las circunstancias no se han dado…Lo que más echo de menos es no haber representado “La Rosa del Azafrán” en Albacete”.

En los años 90, llegaron los momentos más importantes de su trayectoria profesional pisando escenarios de todo el mundo, siendo la música española fundamental en su repertorio. En Zarzuela ha protagonizado Luisa Fernanda, Los Gavilanes, La Verbena de la Paloma, La Gran Vía, El Dúo de la Africana, La del Soto del Parral, La del Manojo de Rosas, Adiós a la Bohemia, Gigantes y Cabezudos y, especialmente, La Rosa del Azafrán. Y en Ópera ha cantado La Bohème (Mimí), Turandot (Líu), La Traviata (Violeta), Carmen (Micaela), IlTrovatore (Leonora) Tosca (F. Tosca) y Don Giovanni (Dª Anna) y (D. Elvira) y Elisabetta de D. Carlo de Verdi (Festival de Klosterneuburg).

También ha estrenado obras en el Palau de la Música (Valencia), Filarmónica (Málaga), Teatro Monumental, Reina Sofía, Museo Thyssen Bornemisza, y Festivales Internacionales en Austria, Italia, Francia, Canadá, Filipinas y América del Sur.

Como momentos destacables en su carrera, Elisa Belmonte destaca sus actuaciones en la Asamblea General de la UNESCO (París), en el Palacio de las Asambleas de Naciones Unidas, O.N.U. (Ginebra), en el Carnegie Hall (Nueva York) o en la inauguración de la Bienal de Venecia. “Son cosas emocionantes, el corazón te va muy rápido…”, señala.

De forma especial recuerda su actuación en el acto de celebración del Día de Castilla-La Mancha y en el acto de investidura del cineasta manchego Pedro Almodóvar como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Castilla-La Mancha. Aunque también señala que “me ha emocionado mucho cantar en pueblos pequeños de Albacete en los que había gente que era la primera vez en su vida que escuchaba ópera en directo, eso es una emoción tremenda”.

Otro momento destacado en la vida de Elisa Belmonte fue su participación en la película “Amanece que no es poco”, de José Luis Cuerda, donde interpretó el papel de soprano en la escena de la taberna.

“Estaba debutando en zarzuela en Guatemala cuando recibí una llamada que me decía que quería que participara en la película…Me dijeron que cantara ópera clásica, aunque yo me había preparado canciones más de taberna…Lo grabamos al volver de Centro América y fue muy divertido…Cuando se estrenó “Amanece que no es poco”, la gente se quedó muy fría y en Albacete fue como si nos echaran un jarro de agua fría ya que no se entendió ese surrealismo de la película. Después hemos visto que es una película de culto y considerada como una de las diez mejores de la historia del cine español. También participé en “Tiempo después”, la última película de José Luis Cuerda cantando en la barbería donde está Arturo Vals, en una escena que me hizo grabarla a las 9 de la mañana, a pelo, sin orquesta, pero fue muy divertido, y José Luis era un personaje único, estar ahí fue para mí un lujo”, recuerda.

Elisa Belmonte ha grabado diversos discos de ópera y zarzuela “Chueca Escolanía Escorial”, y de música y poesía, “Paseo por la Poesía I, de Garcilaso a Rafael Alberti”, y “Paseo por la Poesía II, Entre Cervantes, Lorca y Machado”.

“Desde pequeña escuchaba mucho leer poesía porque mi madre hacía encuentros en casa recitando poesía, se hacía también teatro… Tuve unas magníficas profesoras que daban clases particulares en sus casas, doña Pepita y doña Enriqueta, y ellas nos inculcaron el amor a la literatura, a la poesía. Además, el conocer a Rafael Alberti personalmente te hace profundizar mucho más en su obra, hemos hecho algunos conciertos homenaje muy importantes en los que he hecho cantar a Pedro Piqueras, Patxi Andión, Paco Ibáñez… La poesía te permite que los compositores ahonden en los poemas y hacer llegar esos poemas a la gente que no lee nunca poesía en sus casas”, señala Elisa Belmonte, que anuncia un III Paseo por la Poesía, aunque sin fecha, ya que “ahora estoy volcada con la música española y con mis alumnos”.

La difusión de la música española es un claro objetivo de Elisa Belmonte, que transmite a sus alumnos y alumnas de la Escuela Superior de Canto de Madrid que llegan, además de España, de diferentes puntos del mundo. Aunque señala que se trata de un estilo musical “minoritario”, reivindica que “hay que seguir trabajando en ellos y los políticos también tienen la obligación de apoyarlos”.

Elisa Belmonte considera que a nivel general, en las programaciones culturales del país “se debería apostar más por el género, por estilos como la poesía, que es necesaria apoyar para que no se pierda…Se ha perdido mucho la memorización de los poemas cuando antes era un ejercicio magnífico. Lo veo en mis alumnos, hay una deficiencia grande de saber cómo leer e interpretar el verso y creo que es un trabajo que se ha perdido bastante”.

Aun así, señala que “tengo una gran satisfacción de mis alumnos, tanto de los españoles como de los alumnos extranjeros que vienen de Erasmus y para mí lo más importante es el trabajo de la difusión de la música española. Ese es el hándicap más grande y es que no conocemos la música clásica lírica española, se desconoce, y hay un trabajo muy importante de mostrar la música española al mundo. En todas las programaciones de orquestas del mundo están todos los compositores, y españoles hay muy pocos, solo Falla, Granados, Albéniz…”.

Precisamente en torno a esa labor de difusión de la música española, Elisa Belmonte anuncia la celebración, en Madrid, de un ciclo de música española que recorrerá los siglos XIX y XX en diferentes estilos (ópera, zarzuela, canciones de salón…) y otro concierto en la Real Academia de Bellas Artes de Madrid, el 16 de marzo, con alumnos de toda España.

Y es que, Elisa Belmonte asegura que “la música española cada vez tiene más futuro porque cada vez más cantantes y más intérpretes extranjeros que empiezan a cantar este estilo musical”, por lo que asegura que “es una obligación de los españoles difundir nuestra música”, haciéndolo, además, transmitiendo la emoción al público.

“El objetivo principal de la música, de la canción, de un cantante, es llegar a la emoción, que tu cabeza se vaya a momentos que has vivido, las canciones siempre nos traen recuerdos y la educación y la técnica vocal se asienta mucho mejor cuando está en la emoción”, explica.

A la amplia trayectoria profesional de Elisa Belmonte se suma su faceta reivindicativa y comprometida con multitud de causas.

Pertenece al ‘Club de las 25’, una organización feminista formada por mujeres de todos los ámbitos que luchan por la igualdad y la visibilización de las mujeres, trabajando en temas como la lucha contra la violencia de género, la brecha salarial o el acoso sexual. “Estamos haciendo un gran trabajo por difundir los derechos de la mujer, la lucha contra la violencia machista es un trabajo conjunto con los hombres que tenemos cerca. Reivindicamos los derechos de todos, con igualdad, para poder vivir en armonía”, explica.

También aprovecha para pedir a la ciudadanía albaceteña que “sea más combativa, estamos dormidos porque en esta ciudad nos encontramos muy a gusto, pero hay que reivindicar más cosas…Por ejemplo, Albacete está bien comunicada pero no nos podemos despistar porque muchos trenes están pasando de largo y hay que seguir luchando”.

Menciona el ejemplo de las comunicaciones al recordar la importancia que ha tenido su familia en su trayectoria profesional. “Han sido muy importantes, mis padres, mi marido (que es el que con mis idas y venidas ha permanecido atento), y mis dos hijos. El pequeño siempre me decía que no quería que fuera cantante porque me iba mucho, me daba muchas palizas en el tren, pero siempre volvía a casa para estar con ellos”.

Ahora, además de estar centrada en su familia (a la espera de poder cumplir el sueño de convertirse en abuela), Elisa Belmonte seguirá trabajando en garantizar la supervivencia del Museo de Cerámica Nacional. “Ha salido en guías de EE.UU. donde lo recomendaban como uno de los espacios más importantes a visitar en España y creemos que en unos años tendrá aún más relevancia”, explica.

Además de continuar con sus clases de canto en la Escuela Superior de Canto de Madrid, seguirá ofreciendo conciertos de música española deleitando los oídos de los espectadores. “Tengo un trabajo maravilloso y tengo que dar gracias por trabajar en algo que es mi pasión, que me ha dado mucho. Poder combinar la pedagogía con la música es un lujo”, valora.

Su trayectoria personal y profesional convierte a Elisa Belmonte en gran embajadora de Albacete y España en todo el mundo, algo que asume con gran orgullo y responsabilidad y que además, ejerce.

“Soy una embajadora que además ejerzo. A veces, estando en Filipinas, Sudamérica o Nueva York, ha venido alguien de Albacete a preguntarme o a decirme que canté en ‘Amanece que no es poco’, es un orgullo ser embajadora, en el Pregón de la Feria de Albacete (2001) ya lo canté y lo he demostrado en mi currículum que el nombre de Albacete va conmigo por todo el mundo, y también es un orgullo que te lo reconozcan”, señala Elisa Belmonte.

Libro: ‘Purgar al vecino. Soberbia, codicia y venganza’, de  Juan Carlos Buitrago Oliver

Libro: ‘Purgar al vecino. Soberbia, codicia y venganza’, de  Juan Carlos Buitrago Oliver

Publicado en Conversación sobre la Historia el 26 de diciembre de 2022

Gracias a un exhaustivo uso de fuentes, un enfoque micro y un sugerente relato de los sentimientos que canalizan las conductas humanas, este libro aporta una interpretación holística de la violencia política, económica y social vivida en una ciudad de la retaguardia republicana que sufrió, a continuación, la dura venganza de los vencedores. El libro ofrece la trazabilidad de una represión que intercambió víctimas y represores durante la guerra y la posguerra, huyendo tanto de trincheras historiográficas como de una impostada equidistancia, y proporciona herramientas metodológicas novedosas para completar el mapa de la violencia de una “larga” guerra civil.

Ángel Luis López Villaverde
Profesor Titular de Historia Contemporánea, UCLM

Conocí al autor en las aulas del antiguo Colegio Universitario de Ciudad Real, durante el primer año de la Licenciatura de Geografía e Historia, a comienzos del otoño de 1981. Y compartimos en los dos últimos años de carrera en Madrid piso y Facultad, la de Filosofía B de la Complutense, entre 1985 y 1986. Aunque elegimos especialidades diferentes (él la historia medieval y yo la contemporánea), pudimos intercambiar las confidencias que no habíamos tenido en los años anteriores y descubrimos que teníamos un pasado común. Su abuelo (Isidro Buitrago Rincón, presidente del sindicato de albañiles de Ciudad Real) y el mío (G. Alberto López Crespo, un maestro republicano, dirigente almagreño de Izquierda Republicana y concejal del Frente Popular) habían sido fusilados en la posguerra, tras la farsa de unos juicios sumarísimos de urgencia cuya sentencia estaba escrita antes desde su detención. No consta que se conocieran entre sí, pero nuestra historia familiar traumática nos unió de manera muy especial. Posteriormente, yo me dediqué a la investigación de los años de la República y la Guerra Civil y cumplí mi sueño de dedicarme a la docencia (para continuar la tradición de un abuelo paterno al que no conocí, cuya vida truncó la dictadura), mientras a Juan Carlos, la vida profesional le llevó a terrenos alejados de la universidad. Aunque seguimos, con reuniones anuales, para no perder una amistad que nos había unido en aquellos años universitarios.

El autor, Juan Carlos Buitrago Oliver, consigue destripar el pasado complejo de una comunidad, la representada por una capital de provincias manchega, en algo más de seiscientas páginas, entre las que incluye un detallado aparato bibliográfico. Partiendo de un amplio manejo de fuentes primarias y secundarias, y apoyándose en un vistoso y utilísimo apoyo de cuadros, gráficos y mapas, analiza minuciosamente la violencia política y la represión en una ciudad de la retaguardia republicana desde un enfoque micro y siguiendo el hilo conductor de la historia de las emociones durante los años previos a la guerra civil, los propiamente bélicos y durante la posguerra.

Como dice su director de tesis en el prólogo, Juan Carlos ha demostrado ser un “científico activo, que trabaja arduamente con las fuentes, que asimila y reflexiona para no solo contar la historia, sino para explicarla, arriesgando con valentía en la elaboración de teorías que contribuyen a rebasar lo estrictamente descriptivo”. Aceptando un reto muy complejo, ha conseguido “rebatir algunas hipótesis ya publicadas con anterioridad, modificar la visión de numerosos acontecimientos e impulsar una visión innovadora que desde lo local nos sirve para contribuir a la explicación general de la guerra en todo el territorio republicano, donde se ubicaba la capital manchega (…)” (pág. 13).

Estamos, por consiguiente, ante un trabajo de investigación solvente y bien documentado de microhistoria de la violencia. El autor relata “un pasado sucio” (parafraseando el reciente ensayo de José Álvarez Junco sobre el tema), marcado por la violencia  revolucionaria y la contrarrevolucionaria ejercida entre vecinos a lo largo de casi una década, con el municipio de Ciudad Real como escenario por el que se mueven múltiples actores, víctimas y represores (término que el autor prefiere al de victimarios).

El libro, como la tesis, se estructura en tres capítulos de diferente amplitud. Dos de ellos llevan el título de pecados capitales identificados por el cristianismo, la venganza –aunque en sí, no es un pecado capital, sí lo es una de sus formas, la ira— y la soberbia; y una enfermedad moral, la codicia, que, según Platón, era capaz de corromperlo todo en la ciudad. Un contenido riguroso, capaz de llegar a un público amplio gracias a su pulso narrativo, especialmente atractivo en la introducción de cada capítulo, porque el autor escribe con rigor, pero no con rigor mortis -una expresión que suele usar Ángel Viñas-, algo no demasiado habitual en trabajos académicos.

Buitrago muestra sus intenciones en la introducción del libro (págs. 19-30), donde confiesa aspirar a construir un relato interpretativo de lo pretérito que sea útil para el presente. Metodológicamente apuesta por ampliar el foco, desde una mirada micro, siguiendo como hilo conductor la historia de las emociones o de la experiencia. De modo que lo local se convierte en el método, y no en el objetivo. Este pasa a ser la naturaleza emocional de la realidad social, los sentimientos desde los que se canalizan las conductas, en este caso, las violentas. Tras una buena fundamentación metodológica, el autor se muestra con soltura en la definición de violencia, adentrándose en terrenos movedizos, pero necesarios, si se trata de trascender la cuantificación para responder a las preguntas básicas en este tipo de investigaciones.

El primer capítulo, “Soberbia” (págs. 31-86) comienza confrontando dos personalidades contrapuestas: el alcalde socialista José Maestro y el director del diario católico El Pueblo Manchego, Manuel Noblejas. Y demuestra que es capaz de atraer al lector con unos personajes y un lenguaje que tendría una fácil traducción como guion literario o cinematográfico, como le ocurre en los capítulos siguientes con otros protagonistas. Lo más destacable de este capítulo es el interesante resumen de la campaña electoral.

El siguiente capítulo, “Codicia” (págs. 87-174) empieza como el anterior, con la comparación de otros dos protagonistas: en este caso, el falangista Juan Antonio Solís (propietario de una empresa de transportes de personas y mercancías, que poseía un gran patrimonio) y el concejal Calixto Pintor (responsable de la UGT). Aunque entiende que la violencia de las guerras civiles precisa del análisis de las dimensiones económicas que las sustentan, en la codicia intervienen otros factores, pues hay más ambigüedad. El contenido se centra en la destitución (cesantía) de funcionarios en ambas retaguardias, las incautaciones, la extorsión (oficial, con recibos, y extraoficial, con impuesto “revolucionario” y “donativos” o saqueos), los tribunales (populares y de responsabilidades políticas franquistas) y la delincuencia. Especial interés tiene su detallado análisis de las colectividades y controles urbanos. De nuevo, la larga duración en torno a una temática concreta supera la compartimentación meramente cronológica, para una mejor comprensión.

El último capítulo, “Venganza”, es el más largo y novedoso, ilustrado con numerosos gráficos (págs. 175-429). El análisis de caso en su inicio lo ocupa aquí la familia Prado Cejuela, de víctima a verdugo. Una de sus principales aportaciones es la trazabilidad en relación a las víctimas y su detenido estudio sobre el modus operandi en las ejecuciones. Su otra gran aportación contradice la tesis de los “círculos concéntricos” mantenida por Fernando del Rey en Retaguardia roja (subtitulado Violencia y revolución en la guerra civil española, Galaxia Gutemberg, 2019) en la provincia de Ciudad Real [reseña aquí]. Buitrago no aprecia esa supuesta red comarcal o redes de la muerte en la capital, al igual que yo tampoco las detecté al enfrentarme a la microhistoria de la violencia en Almagro en El ventanuco. Tras las huellas de un maestro republicano (Almud, 2018).

Más controvertido resulta su calificación de la “justicia revolucionaria”, como “una violencia planificada”. Probablemente es una cuestión meramente semántica. Pero no es menor, y así lo llevo discutiendo con el autor desde hace años. Si recurrimos a la RAE, “planificación” implica un “plan general, metódicamente organizado y frecuentemente de gran amplitud, para obtener un objetivo determinado”, mientras que “organizar” es “establecer o reformar algo para lograr un fin, coordinando las personas y los medios adecuados”. A mi juicio, algo “metódicamente organizado” añade un adverbio que no se puede obviar, como también hay diferencias entre un “plan general” y una coordinación. Porque, si no hay un organismo centralizado provincial, si hay una organización autónoma de los comités locales ¿cómo se puede hablar propiamente de planificación? En cualquier caso, una discrepancia semántica como esta no resta un ápice de interés al libro. Al contrario, pues contribuye a alimentar un debate que está vivo.

Especialmente interesante resultan los últimos epígrafes de este capítulo. En “las víctimas y los represores. Nosotros y ellos” (págs. 271-353), el constructo “nosotros, ellos” le sirve para documentar cómo actúan los humanos desde las emociones, no para transmitir una imagen de “equiviolencia”, que el autor evita. A su juicio, buena parte de las víctimas fueron condenadas por su pretérito conjugado en singular: primero, desde una lógica preventiva, y más tarde desde “una planificación de la profilaxis para la limpieza revolucionaria”; y singular, porque afectó a unos sí y a otros no. También elude Buitrago el uso de expresiones tan gruesas como “genocidido” o “exterminio” y se cuestiona, como yo también lo hago, la pertinencia del uso del sintagma “persecución religiosa”.

Y muy recomendable resulta el siguiente epígrafe, “Ahora nosotros somos ellos y ellos nosotros. La justicia al revés” (353-429), donde analiza la quinta columna, a los delatores cuasi profesionales y evidencia la colaboración de la sociedad española en el engranaje de la maquinaria judicial. Muy pormenorizado y riguroso es su análisis de las causas incoadas por los tribunales franquistas a los vecinos de Ciudad Real. Interesante es así mismo su estudio sobre cómo la comisión de “examen de penas” no sirvió para unificar criterios y cómo la cierta relajación que fue produciéndose se debió a que la profilaxis estaba ya hecha. También merece la pena su estudio sobre el sistema penitenciario franquista, la dispersión, masificación y nomadismo penitenciario, la solidaridad y ayuda mutua de los presos, los batallones de trabajo, las enfermedades carcelarias, la censura, las dificultades para la concesión de la libertad condicional o los destierros.

El apartado de conclusiones resulta muy clarificador. En este sentido hay dos vías: la que prioriza la brevedad y la que, por el contrario, trasciende la mera síntesis del contenido planteando nuevas preguntas. En este caso, mantiene un equilibrio entre ambas.

En definitiva, se trata de un libro que, desde un paradigma interpretativo, con un uso exhaustivo de fuentes y un relato sugerente, huyendo de trincheras historiográficas, pero también de una impostada equidistancia, aporta un enfoque holístico de la violencia, a través de los sentimientos que canalizan las conductas humanas, en un entorno micro y un marco cronológico que trasciende lo coyuntural. Sus aportaciones no tienen por qué ser extrapolables, pero ofrece herramientas metodológicas novedosas para completar el mapa de la violencia política, económica y social, su trazabilidad y complejidad, durante esa “larga guerra civil”, prolongada mientras estuvo vigente el estado de guerra.

Reseña del libro de BUITRAGO OLIVER, Juan Carlos (2022), Purgar al vecino: soberbia, codicia y venganza. La represión en una capital de provincia durante la Guerra Civil y la posguerra. Ciudad Real, 1936-1944. Toledo, Almud.

Fuente: Conversación sobre la historia

 

 

La Casa Metternich. En Vega Zacatena

La “Casa Metternich”, más conocida como “Casa del Príncipe” se sitúa en un espacio singular de la Dehesa de Zacatena, ubicada en Daimiel

Por Diego Peris

Publicado en el diario Lanza el 18 de diciembre de 2022

La arquitectura contemporánea tiene, en muchas ocasiones, escasa protección legal. Sus edificios son alterados por sus propietarios sin valorar aquello que tienen, cuando no son eliminados. Y una de las causas importantes es la falta de valoración social que reciben con un escaso conocimiento de lo que significan, lo que han aportado y sus valores para la sociedad. Por eso la Fundación Docomomo Ibérico trata de destacar aquellos edificios del movimiento moderno que por diferentes razones merecen una atención especial. Hasta el momento 2.422 edificios están incluidos en los registros sobre la arquitectura de España y Portugal. Y recientemente publicaba un nuevo reportaje fotográfico de una casa, una vivienda localizada en el término municipal de Daimiel: la Casa del Príncipe incluida en el registro del Docomomo.

La Casa Metternich

La “Casa Metternich”, más conocida como “Casa del Príncipe” se denomina así por el nombre de su propietario, Pablo Alfonso de Metternich y Silva, X Conde de Castillejo, VI Príncipe de Metternich-Winneburg (Viena,1917-Schweiz, 1992), perteneciente a una familia diplomática y aristocrática de origen alemán, pero con ascendencia española. En los años 70, el Príncipe de Metternich quiso construir esta singular residencia para la familia Metternich – Silva y sus amistades. Un proyecto de casa para vacaciones.
El proyecto que promueve el Príncipe de Metternich se inspiraba en las casas mediterráneas, aunque influido por las nuevas corrientes arquitectónicas más vanguardistas de la época. Una vivienda próxima al estilo internacional que suponía una renovación total en tierras manchegas. La dirección de obra fue realizada por el estudio de arquitectura Harnden & Bombelli, con sede en Barcelona y se sitúa en un espacio singular de la Dehesa de Zacatena, ubicada en Daimiel. El edificio tiene una estética de líneas puras con clara influencia en su construcción de las casas veraniega de las costas de Cadaqués y con sus formas rectas e imponente tamaño se inserta en el paisaje próximo. La sencillez de su propuesta y la austeridad de sus formas constituyen uno de los valores esenciales del proyecto.

El acondicionamiento interior

El inglés Peter Harnden y el italiano Lanfranco Bombelli diseñaron en los años 70 el interior de esta vivienda con un acabado sencillo, siguiendo las corrientes de un diseño minimalista, con techos altos y geométricos en un interior en el que la luz llegaba desde grandes ventanales que comunican visualmente con su exterior en las zonas de ocio y baño y un diseño sobrio en su decoración, con tonos cálidos, creando contrastes en sus texturas y materiales.
Los colores predominantes en todo el proyecto son blancos, terracota y crudos en contraste con diferentes elementos decorativos en negro y algunos elementos puntuales en azul real. Hay elementos realizados por artesanos locales, con fibras vegetales, como sillas de enea y serijos manchegos tradicionales, seña de identidad de un interiorismo, carente de artificios.
Cada una de las dependencias está equipada con todos los elementos que necesitan para su funcionamiento correcto y estricto que se ha respetado en la rehabilitación actual para mantener la esencia del proyecto original. Un proyecto rehabilitado ahora para alojamiento turístico que ofrece las condiciones de calidad necesarias, dentro de la sobriedad y la calidad del proyecto original con los requerimientos tecnológicos necesarios hoy en día.

Distribución

La planta principal pentagonal se encuentra dividida en varios volúmenes que se orientan en torno a la piscina, con una gran terraza con vistas de la dehesa y orillas del río Guadiana en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel.
La zona noble central consta de un gran salón social con un amplia chimenea de acero de color negro. Frente a ella un panel que divide el espacio abierto del comedor para los invitados, uniendo diferentes ámbitos con un amplio ventanal corrido que permite una comunicación visual con el exterior. Unido a esta zona social y cerrando el espacio exterior de la terraza y piscina se encuentran dos alas de dormitorios. En su parte norte se encuentran dos con baño en suite, destinados para los propietarios en el momento de su construcción.
En la parte opuesta de esta terraza se localiza otra zona con tres dormitorios dobles para los invitados y huéspedes de la casa, todos ellos con vistas, a través de grandes ventanales, a la terraza y piscina exterior. Esta forma de abrirse la casa al exterior contrasta con las pequeñas ventanas cuadradas de la parte posterior. En la otra zona del edificio están las dependencias de cocina y office que conectan con un apartamento capacidad para cuatro personas, baño separado, y que se utilizaba antiguamente para el servicio de cocina y mantenimiento de la casa. Esta zona puede utilizarse actualmente por los clientes de la casa rural. Un espacio que, en su decoración y ambientación interior respeta los criterios del conjunto de la vivienda.

Entorno y paisajismo

El proyecto original quería integrar la vivienda en la dehesa con encinas centenarias. Situando la vivienda en el punto más elevado de la zona se aprovechan las mejores vistas y panorámicas. La construcción y su entorno próximo quieren ser la transición entre la vivienda y el paisaje de pastizales y dehesa que la rodeaba. Un entorno valorado en las dehesas de las zonas próximas que, en el espacio próximo a la vivienda quedó reducido a unas jardineras en la zona de acceso y entrada.
Se realizó una pequeña intervención de jardinería en el perímetro de la finca, con un tratamiento visual del paisaje. Se estudiaron las zonas desde las que, la visual del conjunto, en las ventanas de dormitorios demandaba este acondicionamiento. Se realizaron unos pequeños bancales con especies resistentes y de poco mantenimiento como adelfas, yucas y ágaves americanas de las que quedan algunos ejemplares originales.
La finca originalmente no contaba con ningún cerramiento ni seto, intentando no romper esa conexión entre la vivienda y el entorno de olivos y encinares que la envuelve. Las condiciones actuales y exigencias de seguridad y control han llevado a construir un cerramiento y un seto que, en parte, ha modificado esta integración de la vivienda en el paisaje pero que aseguran la privacidad y seguridad de la finca.

En la actualidad

Después de una remodelación y actualización de instalaciones, la “Casa del Príncipe” se ofrece como alojamiento turístico singular, una exclusiva villa con la catalogación de casa rural de cuatro estrellas con capacidad para 19 personas. La web del actual alojamiento ofrece una información muy interesante de la arquitectura de la casa y de las personas que han intervenido en su creación, en la construcción y acondicionamiento interior de la misma, muestra del aprecio que se tiene por su historia. Las imágenes de la vivienda inicial con el estado actual son buena muestra de la calidad de la construcción, el mantenimiento de la misma y del aprecio de sus propietarios.

Los tres exilios de Alberto Sánchez

Por Jesús Fuentes Lázaro

Publicado en La Tribuna de Toledo el 13 de diciembre de 2022

Imagen: Homenaje al artista toledano Alberto Sánchez / Fotografía: Ayuntamiento de Toledo

No ha tenido suerte hasta ahora el escultor más importante de Toledo, Alberto Sánchez. Su vida estuvo marcada por los exilios. Tres físicos, que sepamos, y varios otros mentales, que ignoramos. El primer exilio interior se produjo en su juventud. El segundo exterior, cuando se vió obligado a abandonar España para vivir en un país tan diferente al suyo como Rusia. El tercero, ya él no lo vivió. En un día sin fecha, de un mes cualquiera, de un año indiferente, la parte de su obra cedida a la ciudad se almacenaba en la que fuera biblioteca antigua en compañía del polvo y los fantasmas. Amontonadas y abandonadas estuvieron durante años hasta que el empecinamiento de Juan Sánchez consiguió un trato menos duro para las obras allí soltadas. El Museo de Arte Contemporáneo de Toledo se cerraba sin explicación ni motivos aparentes. Sus esculturas y dibujos, tan innovadores, eran condenados a purgar su modernidad en un lugar improvisado junto con las obras que otros creadores de la España cercana habían proporcionado para el mencionado museo como acompañamiento a la trayectoria artística de Alberto Sánchez.
El primer exilio fue el resultado del hambre y la miseria de una época, en una ciudad de provincias, en los años iniciales del siglo XX. Sus padres emigraban a Madrid en busca de un trabajo más digno. Alberto resistió en Toledo, su territorio espiritual e inspirador, hasta que se convenció de que en la ciudad en la que había nacido y crecido carecía de presente y de futuro. Una suerte, porque así pudo aprender a leer y escribir, gracias a los esfuerzos de un mancebo de farmacia. Accedía tarde a las letras y tal vez eso lastró la teorización verbal de su obra. Construía o pintaba en función de los impulsos de la materia con quien mantenía una relación de simbiosis orgánica. En este exilio Alberto Sánchez descubriría el potencial creativo que traía de origen Alberto Sánchez.
El segundo exilio resultó más traumático. Una guerra civil, cuando empezaba a organizar su vida familiar y profesional, lo empujó hasta Rusia. Si cualquier exilio es un desgarro, este supuso para Alberto su gran desgarro. Agradeció intensamente a este país su acogida, a pesar de momentos de incertidumbres y desencantos, pero con la misma intensidad se aferró, para sobrevivir, a la nostalgia de los territorios de Toledo, Vallecas o la Sagra. Buscó en Rusia los paisajes que más se asemejaban a las llanuras de tierras rojas y soles inmisericordes de su vida. Su gran añoranza fue Toledo, donde quería volver para retomar los sueños forjados en su infancia de hambre y primera juventud, mientras repartía pan por barrios semiderruidos y cigarrales remotos. No fue posible. La muerte lo atrapó antes. Su familia se comportó generosa con la ciudad de sus ensueños, donando una importante obra, a pesar de los requiebros financieros de Madrid.
El último exilio, el de su obra en Toledo, resultó el más mezquino por el desprecio y la ignorancia de su significado en la pintura española. Al cerrar el Museo de Arte Contemporáneo, instalado en la llamada Casa de las Cadenas, esculturas y dibujos fueron enterrados en el edificio abandonado de la primera biblioteca, situada en el paseo del Miradero. Si los sueños perviven seguro que muchos de los originados con las lecturas de libros en individuos anónimos debieron dialogar con las obras abandonadas de Alberto Sánchez y aliviar a la espera de tiempos mejores.
Ahora parece que los exilios de Alberto Sánchez se acercan a un final cercano. La Consejería de Educación y Cultura, a través de la Fundación CORPO, de Castilla-la Mancha, prepara un nuevo espacio en el edificio de Santa Fe donde poder contemplar las obras singulares de Alberto Sánchez.

Lecturas de Patrimonio: la Cueva de los Casares

Por Antonio Herrera Casado

Publicado en Los Escritos de Herrera Casado el 30 de diciembre de 2022

no de los más señalados monumentos de nuestra provincia, está siempre en la oscuridad, no hay forma de ponerle bombillas: se trata de la Cueva de los Casares, un auténtico santuario del arte rupestre paleolítico. La Cueva de los Casares está siempre llena de misterios. Entre las cien figuras talladas en la roca de su oscuro vientre, hay animales y hombres, hay vida retratada desde hace miles y miles de años. Y aparte de ser crónica de su tiempo, y templo propiciatorio, es también, muy posiblemente, el lugar donde aparece dibujado el mito más antiguo generado por la mente humana: el de la entrada en el caos de la muerte.

La cueva es monumento nacional y merecedora de una atenta visita. Le proviene el nombre de un antiguo poblado árabe que hubo en la ladera sobre la que aparece la cueva, y que se coronaba con gran torre o atalaya vigilante del valle, de arquitectura singular, pues su planta es cuadrada y tiene la entrada a gran altura, orientada al sur, sobre el acantilado, con arco apuntado interior y dos pisos con bóveda, en saledizo que se comunicaban por una escalera hoy perdida.

Aunque ya hace ya casi 100 años que se conoce la Cueva de los Casares (1928) y casi 90 que fue declarada Monumento Nacional (1935) este elemento patrimonial localizado en Riba de Saelices, aún es desconocida para la mayor parte de los habitantes de Guadalajara. La Cueva de los Casares, en las orillas del río Linares, a 1.162 metros de altitud sobre el nivel del mar, en lo alto de un fuerte recuesto rocoso, es una de las joyas patrimoniales de nuestra tierra, no sólo de Guadalajara provincia, sino de Castilla-La Mancha, y aún de España entera. Quien fue guía oficial de la cueva, Emilio Moreno Foved, me contó hace tiempo que eran más los extranjeros que acudían a visitarla, que españoles.

La Cueva de los Casares fue habitada por los hombres del Paleolítico Medio desde hace, al menos, 30.000 años. Los estudios de Antonio García Seror, a la espera de nuevas excavaciones y análisis más científicos con métodos que aún no se han puesto en marcha en este caso, hablan de “modernizarla” un tanto. Y podría acercarse esa fecha hasta los 10.000 años antes de Cristo. En esa época se calcula que hicieron sus grabados, en el discurso de ritos propiciatorios de victoria y fecundidad. A lo largo de los 264 metros de longitud/profundidad que tiene la Cueva de los Casares, se encuentran 168 grabados bien identificados y explicados, lo cual pone a Casares en la primera línea de las cuevas con contenido de arte paleolítico de todo el mundo. Aunque las de Peche y Atapuerca ofrecen también buen número de grabados, y otras muchas han ido apareciendo en los últimos decenios por la Península, ninguna iguala en cantidad, calidad y diversidad de temas a la de Riba de Saelices. Se encuentran en ella 9 escenas completas, 72 figuras aisladas, y 40 signos o trazos sueltos. Son 96 figuras claras de animales y 20 antropomorfos indiscutibles los que allí están tallados. De ellos son seguros 25 caballos, 17 ciervos, 1 reno, 6 uros o grandes toros, 8 cabras, 1 bisonte, 2 felinos, 1 rinoceronte lanudo, 1 mamut y un disfraz de mamut, 1 glotón, 1 comadreja, 1 nutria, 2 liebres, 1 ave, 1 serpiente y 21 peces. Entre los antropomorfos, surgen humanos en muy diversas actitudes: desde grupos tirándose al agua, hasta parejas en cópula, danzas rituales, enmascarados y una Venus o mujer de anchas caderas y enorme vientre, que entronca con el canon habitual paleolítico del matriarcado voluminoso. Además, múltiples signos entre los que abundan las mandorlas rayadas de vulvas, como símbolos de la reproducción y la sexualidad.

Fueron don Juan Cabré Aguiló y su hija Encarnación quienes, tras el descubrimiento de la Cueva por el maestro de la Riba, Rufo Martínez, y por el cronista provincial, Francisco Layna, se pusieron de inmediato a realizar el estudio de los grabados, mediante calcos, publicando en revistas de arte y arqueología sus hallazgos, que fueron progresivamente aplaudidos por el mundo científico. Beltrán y Barandiarán, de la Universidad de Zaragoza, años más tarde completaron el estudio con análisis estratigráficos, puramente arqueológicos de superficie. Y otros especialistas han ido a buscar, a medir, a interpretar. Hace 20 años, un núcleo de 25 personas que conformaban la Agrupación de Amigos de la Cueva de los Casares, y tras otro periodo de estudios, fotografías e investigaciones, llegaron a presentar el fruto de su dedicación en un libro fascinante (Aache, 2003).

Un zoológico paleolítico

En la larga galería de los Casares, sorprenden las imágenes grabadas de animales desaparecidos hace miles de años. Es cierto que allí se ven, clarísimos, los grandes mamuts del Paleolítico, que sin duda poblaban estas tierras frías del Ducado, y los uros gigantescos, sin olvidar el rinoceronte peludo (rinocherus tichorinus) que habitó por toda la Península Ibérica hasta finales del Solutrense, en los inicios de la última glaciación. Los más abundantes son los caballos, de los que se ven manadas, ejemplares sueltos, cabezas estilizadas y otras minuciosamente talladas, como retratos casi. Hay un glotón, animal perteneciente a la familia de los mustélidos, propio de los climas muy fríos. Su talla dataría de los finales momentos del Solutrense. El resto, como renos gigantes, una leona, liebres, cabras, un bisonte… eran animales a los que tenían que enfrentarse, en lucha y caza, los hombres que habitaban la Cueva de los Casares. En un clima realmente hostil, y con unas condiciones primitivas.

El mito de la zambullida en el caos

Muchos autores, desde remotos tiempos, han explicado la muerte del hombre como la entrada en un espacio caótico, húmedo, en el que los pájaros corren por debajo del agua, y los peces vuelan por el aire. Ese desorden, al que entra el hombre cuando muere, no es otro que el acabamiento de la vida. Los antiguos egipcios decían que la muerte era el cruce del gran río Nilo. En la orilla derecha vivían, en grandes palacios y ciudades, y en la orilla izquierda se enterraban, bajo inmensas montañas de pálidas rocas. El tránsito se hacía sobre el agua, en una barca. Y otro mitos, al parecer más modernos, decían que la muerte era una zambullida en el agua: el hombre desnudo, se lanza desde una roca hacia la masa de agua, que le espera, cuajada de peces, aves y animales. Así lo vemos en unas pinturas murales griegas de Paestum, en la Magna Grecia itálica, y en otras de origen etrusco, de Tarquinia.

Pues bien, esa misma imagen, aparece tallada en la pared de la Cueva de los Casares,  en el seno A, y cuenta con una antigüedad mucho mayor: 10.000 años al menos, quizás más, quizás 30.000. Podría ser. Lo que es seguro, es que se trata de la representación más remota de ese mito. Y ello nos lleva al corazón mismo del secreto de la Cueva: ¿Quiénes grabaron aquellas señales, aquellos perfiles, aquellas escenas? Primitivos cromañones que solo cazaban, comían y se reproducían? ¿O seres que tenían ya creado un complejo código de imágenes, de símbolos, de metáforas, y de teorías acerca de su existencia?

Esta es la teoría que desgrana Antonio García Seror en su libro “Ensayos sobre el Hombre” que con el subtítulo de “Arqueología, Antropología y Religión” editó AACHE en 2003, y en él ofrece, además de estudios curiosos sobre el Ejército Romano, la mujer en Mesopotamia, y visiones sobre el antisemitismo, San Pablo y San Agustín, una información muy amplia, y unas reflexiones muy novedosas, sobre la datación de la Cueva de los Casares, la composición de la sociedad que la habitaba, y el sentido último de sus grabados.

La UCLM y la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades colaborarán en los ámbitos docente e investigador

Por Gabinete de Comunicación UCLM

Publicado en la página web de la UCLM el 22 de diciembre de 2022

El Rector de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), José Julián Garde López-Brea; y el Presidente de la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla- La Mancha, Luis Arroyo Zapatero, han suscrito hoy un convenio marco de colaboración por el que ambas instituciones acuerdan el desarrollo conjunto de actividades docentes, científicas y culturales.

La Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) y la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla- La Mancha colaborarán en materia docente e investigadora en virtud del convenio marco de colaboración suscrito en el Rectorado entre el rector de la institución académica, José Julián Garde López-Brea; y el presidente de la organización, Luis Arroyo Zapatero.

Al amparo de este acuerdo, la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla- La Mancha y sus secciones podrán realizar actividades docentes, científicas y culturales en los espacios de la Universidad en las mismas condiciones que los propios centros e institutos y de acuerdo a la normativa vigente de reconocimiento de créditos.

Asimismo, los miembros de la organización podrán ser considerados miembros de los equipos de investigación de la UCLM a los efectos de las convocatorias propias o regionales, autorizados por el Vicerrectorado correspondiente; y tendrán acceso a los equipos, medios instrumentales, servicios telemáticos y bibliotecas de la UCLM para el desarrollo de sus actividades conjuntas.

Para el desarrollo de las actividades académicas, investigadoras y culturales, la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla- La Mancha podrá hacer uso de los medios materiales, servicios informáticos y personal de administración y servicios de la UCLM.

Igualmente, el convenio contempla la colaboración de la UCLM y de la Academia en la tarea editorial mediante acuerdos concretos, como ha sido el caso del libro de Antonio Rodríguez Huéscar, con ocasión de la constitución de la Junta de Fundadores de la Academia por parte del servicio de publicaciones de la institución académica.

El convenio suscrito no comporta financiación económica y tendrá una validez de cuatro años, con opción a ser prorrogado. Para su seguimiento se constituirá una comisión mixta encargada de programar el desarrollo de las distintas actuaciones.

Intervención de José Juan Ruiz en el acto de presentación de la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla La Mancha

Intervención de José Juan Ruiz el 30 de noviembre de 2022

Presidente, Real Instituto Elcano

Es un enorme placer estar en este acto de presentación de la Academia de las Ciencias de Castilla La Mancha.

Y es un gran honor el haber sido distinguido como conferenciante de este acto inaugural.

Agradezco a Luis Arroyo, con el que me une una profunda amistad desde los tiempos heroicos de su rectorado en la Universidad que se vio acrecentada cuando acepté ser primero parte y luego Presidente del Consejo Económico Social de nuestra institución de educación superior, su invitación a ser miembro de la Academia y poder dirigirme a todos vosotros.

También agradezco a Jose Maria Barreda que haya accedido de nuevo a presentarme tras haber sido mi abogado defensor en el Juicio que este verano se celebró en Argamasilla de Alba en mi investidura como Académico Honorario.

Pero aún más le agradezco haber sido impulsor junto a Clementina, su esposa, y otros muchos manchegos de nuestra Universidad. La UCLM que hoy nos acoge y sin la que buena parte de nuestros sentimientos identitarios – como el Presidente Barreda ha explicado en su reciente libro Historia vivida, Historia construida – no existirían. Es hermoso hacer historia creando bienes públicos. Una Universidad que articula una región.

Por supuesto, agradezco la presencia de las autoridades, profesores y alumnos que nos acompañan, la presencia de los colegas académicos y la de todos uds. a este acto.

Luis me ha pedido que trate de exponerles qué pasa en el mundo. Dónde estamos.

La respuesta inmediata es que estamos en Ciudad Real y que felizmente estamos entre amigos.

No solo entre amigos; sino entre amigos informados, es decir, gente que como Uds. lee,  sigue los datos, está atenta a los medios y a las redes, incluso que escribe artículos para revistas especializadas.

Ser amigos informados es, en estos momentos, sinónimo de estar desasosegado, preocupado.

Cuando empecé a preparar esta presentación me acordé de lo que se dice en Latinoamérica: “estábamos bien y ahora estamos mal; pero antes estábamos bien porque mentíamos, y ahora estamos mal pero decimos las  verdad”.

Es una descripción insuperable de la situación global. Partiendo de ella, voy a tratar de comentar brevemente seis grandes temas con un doble objetivo… (LEER INTERVENCIÓN COMPLETA)

Intervención de José Juan Ruiz en el acto de presentación de la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla La Mancha

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