Instrucciones para comenzar una guerra

Publicado en Esglobal.org el 25 de febrero de 2022

Escrito por Juan Luis Manfredi. Fotografía de Maciej Luczniewski/NurPhoto vía Getty Images.

Hoy nos conducimos por guerras híbridas, guerra multidominio y mosaico, doctrina Gerasimov, zonas grises y otras nomenclaturas que reflejan la disparidad de criterios para señalar el principio y el final de la guerra. Porque solo de esto estamos seguros: la declaración de guerra como instrumento diplomático ha desaparecido y, con ella, el documento que identifica actores, enemigos, casus belli y argumentos para acogerse para el armisticio. Sin documentación escrita, la propaganda inunda el caudal de información y es difícil entender cuándo ha comenzado un conflicto. Así, interesa menos conocer las causas de la guerra, que siempre pueden construirse a posteriori, y más los nuevos instrumentos para entender que la batalla está en marcha.

La primera víctima de la guerra es la verdad. Atribuida al senador Hiram Johnson en 1917 y popularizada por la literatura y el cine, el primer indicador de conflicto es la batalla por los hechos. Los actores innovan en el uso de la propaganda y proponen un discurso emocional sobre héroes, patrias y afrentas. La confusión deliberada entre nostalgia, memoria y pasado histórico es recurrente. En el reciente caso de Ucrania, basta con analizar el discurso sobre la grande de Francia, la denuncia de los acuerdos de 1997 y la reinterpretación de la conferencia de Yalta en 1991. El segundo jalón es la creciente dificultad para el ejercicio del periodismo profesional e independiente, con salarios dignos, criterio editorial y capacidad de decisión. Hoy los periodistas sobre el terreno dependen de la voluntad del gobernante, andan escasos de dinero y con una producción muy limitada. Sin los ojos de la guerra, aquel título para homenajear a Miguel Gil en 2001, es difícil tener criterio. Así, cuando se multiplican los controles o la expulsión de periodistas y se agitan fantasmas del pasado, la narrativa de agresión, soberanía o defensa ya está en marcha.

Un segundo elemento consiste en la movilización de tropas más allá de los ejercicios y las maniobras. El indicador no mide el número de tropas, cifra que uno ha de creerse por mor de la propaganda, sino las capacidades operativas para ejecutar el despliegue. La movilización es coercitiva o disuasoria, por lo que por sí sola no anticipa la guerra. Antes que para el ataque, los ejercicios sirven para animar la moral de la tropa, mostrar a los rivales las nuevas herramientas y probar las novedades. En cambio, la logística, el soporte para el largo plazo, los hospitales de campaña o los acuerdos tácitos con terceros representan un paso avanzado en el conflicto. Sucede que la acumulación de medios humanos y recursos aceleran los roces con los vecinos y reduce las expectativas de volver a casa. En esta línea, puede añadirse que el repliegue del cuerpo diplomático reduce las oportunidades para el diálogo y lo devuelve a la esfera presidencial. Para la acción y la gestión diaria, ahora primarán las decisiones militares.

El tercer hito es la cuestión digital. El debate teórico sobre la dinámica y el alcance de la transformación digital de la guerra se obsesiona con utilizar las categorías del derecho internacional y adaptarlo a los ciberataques, los trols o el bloqueo de instituciones de gobierno. La actividad digital anticipa el conflicto cuando supone un desgaste para el rival, que tiene que dedicar recursos, y señala una debilidad estructural. Es coercitiva en la medida que demuestra capacidades y amenaza una posición. Todo lo que aprendimos de expansión del poder territorial o las acciones cinéticas tiene menos relevancia en el diseño de la respuesta digital. El indicador adelanta otras decisiones propias de la economía política: determinar qué es censura y qué es propaganda, impedir la provisión de servicios digitales, dificultar la actividad económica real, promover el fraude o el sabotaje, anonimizar los ataques o incorporar nuevos perfiles no uniformados al conflicto.

Un cuarto hecho significativo es la subversión, el conflicto interno. Las guerras que vienen abandonan su carácter imperial para evitar el elevado coste para las finanzas públicas e impedir salidas abruptas como la de Afganistán en agosto de 2021. El aspirante a hegemón apela a un conflicto interno y se presta a colaborar con una de las partes para defender una causa política o identitaria. La capa de protección permite el envío de ayuda económica, el apoyo a partidos o líderes, el ninguneo de la autoridad gubernativa o la promoción de causas comunes, un supuesto demos convergente que arruina las fronteras políticas. Para saber si la guerra está en marcha, comprueben si el agresor da soporte financiero y político a alguna causa genérica (comunidad idiomática, sueños históricos, referendos sin observadores) y apuesta por el diálogo fuera de los cauces convencionales (parlamento, partidos, sindicatos). Se cierra el ciclo con un gobierno desacreditado, con síntomas de incapacidad para emprender soluciones y dispuesto a lanzarse en brazos de sus propios reaccionarios. La corrupción en forma de futuras concesiones y contratos, me temo, está en la conversación.

El quinto elemento es la guerra económica. Mucho antes de que el conflicto militar de comienzo, las partes identifican las debilidades. Energía, inflación, desempleo, escasez de productos, boicot y sanciones contribuyen a la coerción, así como el bloqueo del sistema financiero o la expulsión de competidores. Dudo de la efectividad de las medidas para cambiar el curso de los acontecimientos, porque la guerra económica apenas afecta a las elites y las sociedades locales ya se han acostumbrado a navegar en condiciones de intervención. En mi opinión, la creciente “securitización” de las relaciones económicas y comerciales agota la conversación diplomática y extiende los argumentos para comenzar una guerra.

Hay otros indicadores de guerra, que tienen que ver con la naturaleza política del liderazgo, las aspiraciones o las revanchas. Lo dejamos para el siguiente capítulo. Así las cosas, con este perfil de la guerra que viene, valoren si ya estamos en pleno enfrentamiento, o bien, si hay esperanza para la paz. Como suelo huir de la miseria del historicismo, apelo a que la diplomacia, los intercambios epistolares y la razón aún tengan hueco en el tablero de operaciones.

 

José Castillejo: El manchego que promovió la reforma educativa y las becas previas al Erasmus

Publicado en Lanzadigital.com el 10 de abril de 2022

Escrito por Noemí Velasco. Entrevista realizada por Isidro Sánchez. Fotografía de Carlos Díaz.

Jurista y pedagogo, José Castillejo estuvo detrás de las primeras becas a Europa y Estados Unidos para profesores de primaria y secundaria. La guerra civil truncó su labor y acabó exiliado en Inglaterra, donde colaboró con la BBC El contacto con la Institución Libre de Enseñanza y el filósofo Francisco Giner de los Ríos marcó su vida, aunque fue muy significativo el viaje que hizo en 1902 por Lyon, Berlín y Ginebra, del que se conservan cartas con sus descripciones de la educación y sus impresiones de la forma de vida en Europa La “gran obra” de José Castillejo fue la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, a través de la que docentes de Ciudad Real tomaron contacto con los movimientos pedagógicos modernos en el extranjero para acabar con el retraso que sufría la educación en España

Una pequeña placa en el edificio donde confluyen las calles Calatrava y Paloma recuerda que Ciudad Real fue cuna de uno de los reformadores de la educación más importantes de principios del siglo XX en España y uno de los fervientes impulsores de su apertura a Europa. José Castillejo nació el 30 de octubre de 1877, en plena Restauración borbónica, marcada por el turnismo entre el Partido Conservador de Antonio Cánovas del Castillo y el Partido Liberal de Práxedes Mateo Sagasta, y en un país donde empezaron a coger fuerza posturas regeneracionistas, también en la educación. El profesor universitario Isidro Sánchez hace un recorrido por la trayectoria de este hombre al que la capital dedicó una residencia de estudiantes y una calle, pero que es uno de los ilustres manchegos más desconocidos.

Hijo de Daniel Castillejo, abogado de los ferrocarriles extremeño, y de Mariana Duarte, que era de Alcolea de Calatrava y estaba emparentada con el poeta Ángel Crespo, José Castillejo formó parte de esa “minoría afortunada” que pudo estudiar en el Instituto de Ciudad Real. Isidro Sánchez destaca que “hay que tener en cuenta que el analfabetismo a finales del siglo XIX era altísimo”. Alrededor de un 70 por ciento de las mujeres eran analfabetas y los hombres estaban cerca. Las primeras iban a la escuela “para aprender a coser y a guisar”, y los segundos “aprendían un poco de agricultura, lo necesario para cuidar del campo”. Era una educación en manos de la Iglesia, con un importante componente católico, y “muy deficiente”.

Influido por su padre marchó a El Escorial para estudiar Derecho, aunque terminó en la Universidad Central, antecesora de la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció también en Filosofía y Letras. Fue entonces cuando el jurista y pedagogo adquirió contacto con el filósofo Francisco Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza, que fue famosa por defender la libertad de cátedra y la educación laica, alejada de dogmas religiosos, políticos y morales. Esta organización para nada fue marginal, pues estuvo secundada por intelectuales tan reconocidos como Leopoldo Alas ‘Clarín’, Antonio Machado, José Ortega y Gasset, Joaquín Sorolla y otras personalidades comprometidas con la renovación educativa, cultural y social. A principios de siglo jugaron un papel importante, como asesores de los ministros del ramo.

Eso sí, fue el viaje a Europa de 1902, junto al también pedagogo Miguel Pérez Molina, que era el dueño de la Academia General de Enseñanza de Ciudad Real, el que cambió su vida. Entonces José Castillejo fue consciente de las “condiciones deplorables” de la educación española y la necesidad de importar los modelos educativos de los países del entorno, Francia, Alemania, Inglaterra e incluso la Italia recién unificada. En el epistolario publicado en 1997, el primer tomo bajo el titulo ‘Un puente hacia Europa’, David Castillejo titula las cartas emitidas por su padre a su llegada a Lyon como ‘Dos paletos españoles en Francia’. El choque cultural fue tremendo, ya que, según describe Isidro Sánchez, “tenemos que recordar que “ambos ni siquiera venían de Madrid o Barcelona, sino de Ciudad Real, una provincia de interior y atrasadilla, por no decir atrasada”.

De esta aventura han quedado sus profundas descripciones de la educación en ciudades como Zúrich. José Castillejo se asombró de la larga lista de establecimientos de enseñanza: la escuela politécnica, de arquitectura, de dentistas, las escuelas populares, de primaria, de obreros de metales, para señoritas, para mayores de 6, para “niños raquíticos”. Se maravilló de los edificios, la piedra, los mármoles, jardines, clases, gabinetes, salones, “un mundo”. José Castillejo comprobó que la religión no aparecía en las clases por lo menos hasta los 13 años y que los padres eran libres de llevar a sus hijos ante el sacerdote católico o el pastor protestante. Esa era “la única rama” donde España llevaba la delantera.

No todo era educación. A José Castillejo le llamaron la atención “el incalculable número de bicicletas” por las calles europeas, el espíritu de asociación entre la ciudadanía de Bruselas, las muchachas de Berlín que andaban “solas por todas partes” y volvían a sus casas “a altas horas de la noche”, y el catalán en Barcelona. “Yo habría creído que el idioma catalán era aquí como el vascuence en las Provincias, hablado solamente por el pueblo del campo. No es así. Estoy aquí peor que estaré en Lyon o en Ginebra, porque el francés podré comprenderlo y esto no”, describió en una carta a su familia. Su epistolario, publicado en tres tomos, es la mejor forma de conocer su vida cotidiana, su “curiosidad infinita”, y de repasar las misivas que intercambió con grandes personalidades de la época, como la humanista María de Maeztu, el filólogo Ramón Menéndez Pidal, el ministro socialista Fernando de los Ríos o el filósofo Tomás Navarro.

Después estudió varios años en Alemania, desde donde viajó por toda Europa central, y también visitó Gran Bretaña, “gran país” del que quedó prendado también por amor, pues se casó con Irene Claremont. Conocía el inglés, el alemán, el francés y algo de italiano. Isidro Sánchez cuenta que “fue un hombre realmente muy inteligente, además de trabajador. Y, sin embargo, muy normalito y austero”, añade. En Europa es donde absorbió los movimientos pedagógicos de la época. “Hay personas que dicen que, como ya está casi todo inventado, lo que tenemos que hacer es copiar. Pero hay que copiar bien, porque encima hay gente que copia y copia mal. Para él Europa era un referente”, concluye el historiador.

La JAE y los primeros docentes becados en Europa

La “gran obra” de José Castillejo fue la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, dependiente del Ministerio de Educación a partir de 1907. Isidro Sánchez explica que “la JAE es un organismo que va a promover el avance de la educación en España y para ello va a hacer hincapié en la formación de los educadores”. Con el pedagogo manchego como secretario y el científico español y Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal como presidente, esta institución impulsó las primeras becas para docentes en Europa y Estados Unidos con el fin de que se formaran en nuevos modelos educativos y los trajeran a España, una especie de las becas Erasmus para estudiantes universitarios que existen en la actualidad, que fueron llamadas “pensionados”.

Las becas estaban dirigidas a profesores de primaria y secundaria, que pasaban “1 mes, 3 meses, 1 año o 2, y el Ministerio les seguía pagando mientras se formaban en Europa”. Isidro Sánchez explica que “los educadores venían de un siglo XIX, como reflejan los escritos de Castillejo, donde la educación universitaria estaba en manos del Estado y la educación secundaria estaba financiada por las diputaciones”. “Las dos, minoritarias, tenían una financiación no suficiente, pero relativamente importante”, añade. Sin embargo, el problema estaba en primaria, que dependía de los ayuntamientos, muchos de ellos sin recursos tras la desamortización. Muchas escuelas estaban en corrales y de ahí viene el dicho “ganas menos que un maestro de escuela”, porque ganaban muy poco. En sus viajes, Castillejo “se dio cuenta de lo importante que era formar buenos educadores y para ello consideró inevitable que viajaran, que vieran cómo planteaban en otros sitios la educación, cómo participaba la comunidad educativa y que aprendieran idiomas”. Participaron muchos docentes de Toledo, Albacete y Ciudad Real, que nunca hubieran saltado las fronteras de otra forma.

No solo fueron becas, pues la JAE puso en marcha centros como el Instituto-Escuela de Madrid, el Instituto de Historia o la Residencia de Mujeres, “que colaboraron en el desarrollo de la ciencia y la educación en España”. El profesor explica que el empuje que dio la II República a la educación en parte fue resultado del trabajo realizado por estas instituciones, pues “todos los profesores que se formaron entre 1907 y 1930 en Europa llegaron a España con unas ganas de poner en práctica todo lo aprendido, desde la Escuela Nueva al método Montessori”. La República además de formar educadores, los dotó de centros, “por eso se construyeron tantas escuelas en tan pocos años”. En una carta de 1933 Castillejo manifestó su alegría por el triunfo de los republicanos: creía que iba a ser beneficioso. Él defendía una educación universal “accesible a todas las clases y obligatoria”.

Siempre fue “austero” en el gasto público. Él mismo, cuenta Isidro Sánchez, para el que el profesor ha sido una auténtica inspiración, “adquirió una casita en el campo, fuera de Madrid, pues consideraba muy importante el contacto con la naturaleza”. Era uno de los postulados de la Institución Libre de Enseñanza, pues la educación tenía que ser “física, moral y artística”. El profesor advierte que además “era un hombre muy afable, que tenía mano izquierda”. Su mujer lo describió en su autobiografía como una persona donde confluía “la inocencia de la paloma con la astucia de la serpiente”, porque era “eficaz, hábil y constante”, tanto que conseguía “cosas que parecían imposibles”. Además, siempre estuvo ligado a Ciudad Real. Cuando está fuera, a José Castillejo “le duele España” y cuando tenía algún problema siempre acababa en Ciudad Real, en el domicilio de la familia en la capital o en Alcolea. Por ejemplo, cuando la pandemia de gripe española de 1918 se recluyó en La Mancha.

La guerra civil, su huida y la losa que echó el Franquismo sobre su figura

La guerra civil y el triunfo del Franquismo truncó todo. Isidro Sánchez expresa que “él era un liberal preocupado por la educación, no era revolucionario, ni comunista, ni siquiera socialista”. Cuentan que le buscaban miembros de la Federación de Trabajadores de la Enseñanza de UGT para ejecutarle, pero es que con el bando franquista hubiera corrido la misma o peor suerte. En 1936 salió de España a través de la embajada británica y acabó en el exilio.

El Franquismo cayó como una losa sobre la Institución Libre de Enseñanza y sobre la obra de José Castillejo. En el libro ‘Los intelectuales y la tragedia española’, el intelectual fascista Enrique Suñer dice que al igual que Lenin lleva a la práctica las doctrinas de Marx, “las ideas pedagógicas de Giner de los Ríos tienen en Castillejo el agente que les da realidad, una realidad funesta”. El mismo autor afirmó que Castillejo tenía “una inteligencia encaminada al daño material y moral de nuestra raza y de nuestro país”. El profesor Isidro Sánchez señala que Castillejo encarnó “la tercera vía, entre los republicanos revolucionarios y los franquistas fascistas”.

Los programas de radio en la BBC en el final de sus días

Entre 1937 y 1939 ocupó el cargo de director de la Agenda Internacional del Estudiante, que tenía sede en Suiza, y al final acabó en la Universidad de Liverpool en Gran Bretaña. Durante los años de exilio, José Castillejo escribió ‘War of ideas in Spain’ y colaboró con ‘La voz de Londres’, una de las emisoras de la cadena internacional BBC desde donde habló de filosofía, de España y del “choque de civilizaciones y de culturas” que se producía en plena Segunda Guerra Mundial. En uno de los cortes de audio que han llegado hasta nuestros días, Castillejo expresa “los ingleses aborrecen la dictadura porque aman la libertad, pero además porque son productores y comerciantes. La dictadura o la revolución pueden a veces salvar la vida de un pueblo, pero nunca pueden dársela. Toda dictadura pende de un hilo”.

Nunca dejó de predicar la tolerancia y la libertad, la independencia del poder judicial, la democracia y el desarrollo de la ciencia. “No os dejéis seducir. Apartaos de la política. Formaos primero como hombres. Estudiar la naturaleza y la historia, la literatura y el arte… La nación que tenga esas juventudes puede tener libertad, democracia, y si acaso la victoria”, pronunció José Castillejo en uno de sus últimos discursos para estudiantes. En 1945 murió y nunca volvió a su patria.

Varios libros, el nombre de una residencia y una calle “insignificante”

La España Franquista cerró la JAE y creó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con una estructura similar. Todavía existe, “aunque el de hoy no tiene nada que ver con el de los años 40”. De forma paralela inició “una tremenda campaña propagandística contra sus dirigentes” y España olvidó la figura de José Castillejo, que según expresa Isidro Sánchez, “nunca le ha reconocido como debiera”. No fue sino hasta la democracia cuando Ciudad Real hizo “un intento por recuperar su figura”. En 1986 y a través de la Biblioteca de Autores Manchegos (BAM) de la Diputación provincial, Luis Palacios Bañuelos, profesor del Colegio Universitario y académico de la Real Academia de la Historia, publicó el libro ‘Castillejo, educador’.

De forma paralela se celebraron las jornadas de educación organizadas también por la Diputación y la BAM. Las primeras fueron dedicadas a otro gran pedagogo de Ciudad Real, Lorenzo Luzuriaga, y las segundas a José Castillejo, en las que Isidro Sánchez intervino. Once años después se publicaron las actas bajo el título ‘José Castillejo y la política europeísta para la reforma educativa española’, también por la BAM. Asimismo, el experto celebra que “afortunadamente todo el material de la JAE no se destruyó y se volcó en una base de datos”, en la que está, entre otras, la ficha de Castillejo como pensionado.

Mientras que la avenida principal del campus universitario de Ciudad Real, lamenta Isidro Sánchez, “está dedicada al censor franquista y homófobo Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura también, pero una cosa no quita la otra, el manchego José Castillejo tiene dedicada “una calle insignificante”, que durante mucho tiempo apareció mal en los planos, como “Castillejos”, y que en la actualidad “sigue sin placa”. También hay una residencia que lleva su nombre, pero “muy pocos saben quién es” este hombre que, en cambio, fue uno de los padres de la educación tal y como se conoce hoy en día. Isidro Sánchez insiste en que ha llegado la hora de rescatar su vida, que tan bien resume una losa del Hendon Park Cemetery Mill Hill de Londres, en la que se lee, ‘José Castillejo el gran español que murió en el exilio’.

José Juan Ruiz defiende que España apueste por las renovables para no depender de «autócratas» como Putin

FÓRUM EUROPA CON DON JOSÉ JUAN RUIZ, PRESIDENTE DEL REAL INSTITUTO ELCANO

José Juan Ruiz defiende que España apueste por las renovables para no depender de «autócratas» como Putin

Publicado en Nueva Economía Fórum el 3 de marzo de 2022

MADRID, 3 de marzo. El presidente del Real Instituto Elcano, José Juan Ruiz, destacó en el Fórum Europa la importancia de que España siga apostando por las energías renovables, ya que esto reduce la dependencia de los “autócratas” que suelen controlar las grandes reservas de gas y petróleo del mundo, como sucede con el presidente ruso, Valdimir Putin.

Ruiz se refirió a esta cuestión en un encuentro informativo organizado por Nueva Economía Fórum, que contó con la presencia del ministro consejero y encargado de Negocios de la Embajada de Ucrania en Madrid, Dmytro Matiuschenko.
Durante este encuentro, un representante de la empresa Solaria preguntó al presidente del Instituto Elcano sobre las “implicaciones geopolíticas tiene para España contar con una red potente de energías renovables”.
A este respecto, Ruiz señaló que las ventajas para España de tener este sistema de renovables es algo “absolutamente claro”, puesto que las fuentes tradicionales fósiles de energía, como el gas y el petróleo, suelen estar en manos de “autócratas”, mientras que esto no ocurre con el sol ni el aire, a los que “nadie lo puede controlar”.
Indicó que desarrollar energías renovables no sólo es un compromiso de los acuerdos internacionales contra el cambio climático, sino también “una forma de defendernos y defender nuestros valores”, en referencia a que así no se depende de que gobernantes como el presidente ruso, Vladimir Putin, puedan cortar el suministro de gas o petróleo.

“ECONOMÍA DE GUERRA”

Al mismo tiempo, sobre las repercusiones que en la crisis generada por la invasión de Ucrania puede tener que Europa renuncie a los combustibles que ahora proporciona Rusia, Ruiz se refirió a que la UE tiene ahora una “gran dependencia” de este suministro y que prescindir del mismo tendría consecuencias “muy importantes”.
No obstante, se refirió a que cuando se vive una situación de guerra como la actual hay que pensar en tomar medidas no sólo solidarias, en este caso con Ucrania, sino que los países occidentales deben concienciar a sus ciudadanos de la posibilidad de aplicar una “economía de guerra”.
Indicó que esto supone que los gobiernos tomen medidas para que sus países puedan seguir funcionando “sin buena parte” del gas ruso, algo para lo cual debe concienciarse a la ciudadanía de los distintos países de que esto se hace para defender los valores occidentales en una situación bélica.

Proyecto del Máster de Igualdad de la UCLM para la toma de conciencia de la importancia del feminismo

La Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla-La Mancha se suma al Proyecto del Máster de Igualdad de la UCLM para la toma de conciencia de la importancia del feminismo, partiendo de algo tan sencillo como su es su definición en el diccionario, porque el feminismo no es otra cosa que la igualdad entre hombres y mujeres, término que últimamente se está desvirtuando y, desafortunadamente, asociando a otros que nada tienen que ver con su verdadero significado.

@Migualdaduclm, #Migualdad_tuigualdad  

Alberto Corazón: Corazón y Cerebro

Publicado en Hypérbole.es en febrero de 2021

Escrito por José Rivero Serrano

Llevaba varios días leyendo el último trabajo de Valeriano Bozal Crónica de una década (2020) –que se publica juntamente con Cambio de lugar, dos libros en uno como cuenta V.B. en el prólogo– cuando llegué a la página 131 donde emerge –como una estela brillante– Alberto Corazón (Madrid 1942-Madrid 2021). De él dice Bozal: “Corazón no era, como lo es ahora, pintor, era diseñador gráfico. Nuestra relación empezó en la editorial Ciencia Nueva [tan cercana al Partido Comunista, como que estaba tutelada y dirigida por Manuel Azcárate]. Su trabajo tuvo éxito, diseñó para otro editores, hizo algunos libros en euskera para niños, de las portadas de Ariel, las de Seix Barral, las de Felmar –la editorial de Felipe Cantos, impresor–, el Boletín de Colegio de Doctores y Licenciados y, sobre todo los libros de Comunicación [su editorial, por otra parte, tanto en la serie A como en la B]. Alberto Corazón y Enric Satue –CAU, Alfaguara, Instituto Cervantes, Austral– fueron, junto a Daniel Gil los diseñadores que cambiaron la gráfica”. Lo que omite Bozal –junto a nombres destacados del diseño como Ángel Jové, Diego Galán o Mauricio Serrahima– es el azar por el que llega Corazón al diseño gráfico en Ciencia Nueva: “El sello que fundó con unos amigos, Ciencia Nueva, publicó ‘Ciencia y política del mundo antiguo’ de Benjamin Farrington. No había portada, así que él asumió su diseño”.

El carácter de la crónica bozaliana de los sesenta-setenta, me hizo recordar –salvando todas las distancias– al trabajo que acomete Alberto Corazón con Pedro Sempere en 1976, para la citada ediciones Felmar, La década prodigiosa. Que es otra manera de narrar gráfica y textualmente –y esto es importante en el primer Corazón como en el último– la experiencia vivida y los saltos de la memoria. Por otra casualidad, la misma mañana que se conoció la muerte de Corazón, Alfonso González Calero comentó en Facebook –a propósito de Manuel Leguineche, en el programa Los Imprescindibles y editor que fuera de la revista Ozono – algunas cosas de esa aventura editorial interrumpida. Donde recuperaba una portada de la revista, presidida por una imagen del Equipo Crónica con un fondo amarillo y el listado de su contenido. Al responderle que era uno de los ejemplares que conservaba de Ozono, comentó: “Fue de la época en que Corazón trabajaba con Felmar y esa portada es suya. Un lujo”.

Ciertamente el debate académico sobre Alberto Corazón era, o habría sido para algunos, ubicarlo en el mundo del diseño o en el mundo de la pintura. Actividad ésta que había desplazado a su anterior recorrido como diseñador gráfico –dando saltos eventuales, al diseño de objetos, en 1996 había presentado en el Instituto Europeo de Design, su propuesta de cajero automático–, diseño de escenografías y algún montaje de exposiciones. Probablemente esa haya sido la insistencia de exposiciones globales y programáticas tratando de descubrir un sentido a las realidades de la visión y de la comunicación. Así serían sus trabajos diversos con esa pretensión citada de globalidad y de crítica. Argumentos como los desplegados con su participación en Venecia en 1976, o con Una historia gráfica de la España moderna (2013), año que realiza en Murcia su antológica Trabajar con signos, y también la celebrada Historia de España en signos (2015). El declive del diseñador y la llegada a la pintura se percibe ya en 2013, fecha de la entrevista en el Diario.es (7 de marzo) cuando confiesa con pesar. “Estamos asistiendo a la apoteosis de la mediocridad”. Aunque yo pienso que cierta desconexión de ese universo, en el que había brillado con intensidad, se hace patente en 2011, en la exposición de Damasco. Cerrando con ello, un trayecto que había merecido en el sondeo de 2013, de la revista El Publicista, ser considerado como el diseñador gráfico más influyente del siglo XX. Y ello sin contar con una formación específica, toda vez que Corazón venía del campo de la Economía. A él debemos una nutrida nómina de logotipos institucionales y comerciales, enmarcados en ese empeño de modernizar la imagen para mejora la vida: La Biblioteca Nacional, Renfe Cercanías, ONCE, Paradores, SGAE, Hispasat, Mapfre, Casa del Libro, Compañía Nacional de Teatro Clásico, Casa de América, Ministerio de Sanidad y Consumo, Junta de Andalucía, Junta de Extremadura, Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Ayuntamiento de Murcia, Centro Cultural de la Villa de Madrid, o la muy reconocible cartelería del Festival de Otoño de Madrid. Y la ya perdida del festival de Teatro Clásico de Almagro en los ochenta-noventa.

Junto a ello conviene reseñar la aventura editorial del proyecto de Comunicación –donde coincide con Bozal– y donde da salida a un bloque de textos y obras imprescindibles de la cultura visual, la comunicación, la historiografía del arte o la arquitectura. En 1976, Corazón con un amplísimo equipo participa en la Bienal de Venecia, donde el pabellón español presenta la polémica muestra Vanguardia artística y Realidad social en el Estado español, 1936-1976[1]. El trabajo de Corazón –por ceñirnos a él y eludir otras piezas e instalaciones realizadas– se resumía con las cuarenta portadas serigrafiadas del diario ABC, del día 1 de abril, fecha en que se celebraba la victoria de la Guerra Civil y así se proclamaba. Esos años –finales de los setenta– corresponden, por otra parte, a unos trabajos de una enorme fertilidad. Tales como los catálogos de la Galería de Arte M11 de Sevilla, para las exposiciones del Equipo Crónica y de Antonio Saura; de 1979 es un trabajo sorprendente –donde Corazón escribe, diseña y maqueta– El sol sale para todosAnálisis de la iconografía comercial de Madrid. El placer de mirar y el placer de observar.

Para llegar, finalmente, a la lectura del texto de Alberto Corazón que más cerca me ha llegado: no se si al corazón o al cerebro. Y que responde al cuaderno de notas –una suerte de breviario o de aforismario– de su estancia en Damasco en 2010, donde Corazón iba a mostrar una antológica de su obra pictórica. Los días previos al montaje se dedicó a divagar por Damasco, Alepo y por el mismo Museo Nacional, provisto de extraordinarias colecciones arqueológicas y de un polvo dormido que anticipaba la guerra venidera que destruiría toda la grandeza de esa “la ciudad viva más antigua del mundo”. Las sugerencias de ideas sueltas, capturadas en la penumbra o bajo una palmera oscilante, van deslizandose en un rosario de palabras, sugerencias y sensaciones.

Comprendí que el objetivo

No era el cuadro

Sino estar trabajando en el cuadro.

Todo ello desde la constatación de la observación y de la paciencia.

El gran arte europeo

Imágenes, escena, pinturas

El objetivo no es la caza en sí misma

Sino el acecho

Incluso, la constatación de su sustancia y de su divisoria.

El artista acepta que lo que intuye

Puede ser más sólido que lo que entiende.

Escribo en dos cuadernos.

Uno, de mano, del que nunca me separo

Papel áspero, con cuerpo, dieciocho por veinticuatro

El otro es más grande, treinta por treinta.

En este sólo dibujo.

En el otro se mezcla el relato cotidiano,

el teléfono de un conocido,

la transcripción de una lápida,

la etiqueta de un vino

y el billete de autobús.

Escribir y dibujar es el mismo gesto

Una secuencia que necesita a ambos, el relato.

La prosodia.

El dibujo es el gesto.

Y el silencio.

Cuando voy garabateando

Aparecen palabras.

Y cuando escribo, a veces,

Necesito trazos.

Lo llamó, inteligentemente, a ese dietario damasquino, Damasco suite, somos imágenes (2011). Somos imágenes, para a continuación rectificar en su Cuaderno del nómada, donde contaba –según relata Antonio Lucas– “que sin palabras no habría sabido vivir. Sin pintura, quizá. Pero no sin palabras”. Incluso un cierre más, en una hipotética despedida.  “La poesía es más importante que el diseño. Estarás de acuerdo conmigo”.


[1] Existe, bajo el mismo nombre, la publicación de los materiales de la exposición en Gustavo Gili. También la revista Comunicación XXI, dedicó un número al debate de la Bienal.

Europa

Publicado el 14 de febrero de 2020 en La Tribuna de Ciudad Real

Dice mi hermano, el poeta Dionisio Cañas, en uno de sus libros La muerte de Europa, que «Europa se pudre de melancolía». Aunque se refiere, sobre todo, a cómo se olvida el humanismo, y se pierde muchas veces en el mercantilismo y el egoísmo de algunos de sus miembros, no dando la respuesta que debe dar a muchos problemas como la inmigración o el hambre allende sus fronteras. Unos desean su desaparición como bloque de influencia en el mundo, me refiero a Rusia o China. Otros, como EEUU, desde un sentimiento cultural del individualismo y el liberalismo económico, no les gusta nuestro modelo porque, mientras aquí el Estado de bienestar ha creado un nivel de justicia social alto, allí hay gente que muere o no es bien atendida porque su seguro no cubre su enfermedad.
La tres grandes columnas de la Unión Europea son, y así se solidificó en Maastricht, la económica, la social y la institucional. Mayor poder a las instituciones democráticas y mayor igualdad social son los grandes retos. Y en lo institucional, sobre todo, una voz única en el mundo.
Los personalismos de los presidentes, por ejemplo Macron, ahogan la voz de Europa. La mandan a un segundo plano. Se ve, por ejemplo, en la crisis con Rusia, que puede avanzar con la invasión de Ucrania. Mientras, Borrell, el jefe de la diplomacia europea, está escondido detrás de las cortinas, el presidente francés sigue en el fondo la estrategia de Putin, que no es otra que debilitar a Europa dividiéndola, atendiendo más a países que a la institución comunitaria, ya que la debilidad de Europa facilita su obsesión de ser un bloque de poder mundial, a pesar del nepotismo y la pobreza que reina en su país.
A los demás les interesa que Europa sea muchas voces, y a los europeos nos interesa que sea solo una. Es el momento de avanzar en lo social y lo institucional tanto como en lo económico, y que sobre todo la nuestra sea una sola voz, porque si no somos capaces de defender nuestra forma de vida caeremos en la influencia de cualquiera de los otros tres bloques en los que la democracia o la justicia social dejan mucho que desear.
La estrategia de Vladimir Putin es ningunear a las instituciones comunitarias. El verdadero enemigo de Rusia es el modelo europeo. Es un mal ejemplo para su pueblo empobrecido, un escaparate que muestra que otro mundo más justo es posible.

«Está habiendo un renacer de la poesía»

Entrevista a Félix Pillet publicada el miércoles 23 de febrero de 2022 en La Tribuna de Ciudad Real

«Está habiendo un renacer de la poesía» – Foto: Rueda Villaverde

¿De qué va este nuevo poemario, el cuarto?

En primer lugar, he intentado ver las estaciones, como diciendo vivir la vida y aprovechar el tiempo que le queda a uno de actividad. Luego está la mirada más próxima a la persona con la que uno vive y viaja. Además, está la parte dedicada a qué país, porque uno se cansa de este país en el que la gente está siempre chocando, donde hablas de un tema y enseguida hay confrontación. Luego hay una parte relativa a la pandemia, que la he llamado Tiempo de Aislamiento, que son poemas surgidos en referencia los dos años que hemos estado con el coronavirus. Una de las consecuencias de la pandemia, como no he podido viajar, es que se me ha ocurrido dedicar un poema a cada comunidad autónoma. Por último hay un capítulo llamado dedicatoria velada a una serie de personas.

¿Por qué regresar a la poesía?

Tenía la necesidad. Cuando ya pensaba que no iba a escribir poesía, me vi con ganas de escribir todos los días y he estado dos años escribiendo 60 y tantos poemas, que para mí es un éxito, porque es algo que nunca lo había hecho.

Es un libro de pandemia entonces.

Ha condicionado mucho y gran parte de este libro es resultado de la pandemia. La pandemia tiene un componente presencial importante y hay dos capítulos dedicados a ella, los poemas de viaje y los de pandemia, incluso los de qué país, porque de alguna forma eran días de recibir cosas por WhatsApp que mostraban cómo estaba la gente.

¿En qué ha cambiado su poesía en estos 17 años?

Hay una cosa fundamental y es que yo no escribía con puntos y comas y, por primera vez, he escrito con ellos. Los puntos y comas ayudan a entender. Me di cuenta al escribir Autografía, porque pretendía explicar qué había detrás de aquellos temas que había tratado y quería hacerlo lo más claro posible.

No sé si ve la poesía, con las redes sociales, como un modo de expresión cada vez más actual.

Creo que sí por la gente joven. A ellos les gusta el rap, que es rimado les acerca a la poesía y les van introduciendo. Posiblemente, hay menos jóvenes publicando libros, pero hay más poesía en las redes sociales. Cuando escribí Autografía, se lo dedicaba a los jóvenes, al final, por su interés, ya que había un movimiento interesado en dedicarse a la poesía. Sí que está habiendo un renacer de la poesía.

¿Por qué acaba haciendo poesía un geógrafo?

Mi última etapa de investigación en Geografía ha sido el paisaje literario. De siempre, desde Humboldt en el siglo XVII, a los geógrafos le interesó ver el paisaje, leer a los viajeros románticos y su aportación al paisaje. Al igual que ha ocurrido con un mapa, interesa cómo han descrito los viajeros y los escritores los lugares que han visto. Por eso mi último libro fue geografía, paisaje y turismo.

¿La Mirada Circular también anima a viajar?

Es un viaje con mis ojos, con el recuerdo y con la fotografía. Un viaje de lo que he visto. Se trata de reflejar la memoria y plasmarlo intentando siempre mostrar el medio físico, urbano y los condicionantes históricos. Lo he reflejado en los poemas. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los poemas están surgidos de la inspiración, pero los poemas de las regiones han sido fruto de la reflexión. Empecé por Andalucía y terminé por Castilla-La Mancha, haciendo un recorrido circular por España.

 

 

 

 

«El Miradero»: 60 años de Constitución

Antes de que mis lectores piensen que se me va la cabeza (o que el dedo se ha equivocado de tecla), aclaro que el título de esta semana se refiere a la Constitución francesa, y no a la española, de cuyo 40º aniversario quizá digamos algo en otro momento, procurando no cansar demasiado… El caso es que la Constitución que inauguró la V República en nuestro país vecino entró en vigor en octubre de 1958, y fue una de las referencias que pudo considerar nuestro constituyente, aunque su influencia sobre nuestro texto queda muy por detrás de la alemana (a través de la Ley Fundamental de Bonn de 1949) y de la italiana, cuya Constitución también celebra “números redondos”, ya que entró en vigor el 1 de enero de hace ahora 70 años. Sin embargo, la Constitución francesa de 1958, y quizá más aun sus 60 años de aplicación, nos ofrecen enseñanzas del mayor interés.

Es un texto atípico que se preparó como reacción al fracaso de la IV República (inaugurada en la Constitución de 1946), ya que el acentuado parlamentarismo de esta última generó una notoria inestabilidad de los gobiernos, que acaso en Francia no supieron manejar con la destreza de los italianos. Nos encontramos así con la creación de un nuevo modelo, ni totalmente parlamentario ni totalmente presidencialista, un modelo mixto en el que el elemento presidencialista se acentuó muy pronto  (en 1962 una reforma introdujo la elección directa del presidente de la República), y en el que el primer ministro y su gobierno se someten a un sistema de “doble confianza” (la de la Asamblea y la del presidente), pero que ha evolucionado mucho dando lugar a períodos muy diferentes, siendo de destacar incluso la posible “cohabitación” de un presidente de la República de un signo político con un primer ministro de otro. La Constitución de 1958 está obsesionada por fortalecer al poder ejecutivo, introduciendo así otra novedad significativa, como es la reserva reglamentaria, que impide la regulación de ciertas materias por parte del legislador. Y en buena medida al servicio de esta se creó el Consejo Constitucional, un órgano inicialmente de cierta naturaleza política, aunque ha evolucionado hasta equipararse a la mayoría de los tribunales constitucionales.

Lo cierto es que esta Constitución se diseñó de algún modo “a la medida” del general De Gaulle, pero ha evolucionado adaptándose a las circunstancias. No tiene declaración de derechos, pero ello no impide que estos estén reconocidos por el preámbulo (vigente a estos efectos) de 1946, y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Es un buen ejemplo de que las constituciones, como las leyes, suelen ser más “listas” que quienes las hicieron, pudiendo “crecer” y desarrollarse para afrontar la mayoría de las situaciones que puedan surgir. En efecto, este texto se concibió para afrontar un problema determinado, pero posteriormente ha servido para resolver razonablemente bien muchas otras situaciones. Aunque ha habido, desde luego, varias reformas, y tampoco faltan algunas voces que hablan de una posible VI República, creo que la Constitución de 1958 goza de buena salud, ya que este texto, y su desarrollo posterior por el Consejo Constitucional, instauran un nuevo modelo de relación entre los poderes, pero heredan y enfatizan unos “valores republicanos” que están firmemente asentados en la sociedad y la cultura política francesas.

(Fuente de las imágenes: https://ca.wikipedia.org/wiki/Charles_de_Gaulle y http://civilitasetlitterae.blogspot.com/2017/03/como-funcionan-las-elecciones.html)

 

Antonio Martínez Sarrión y los Presentimientos

Publicado en Hipérbole intersecciones creativas en septiembre de 2021

Por José Rivero Serrano

El sábado pasado, 11 de septiembre, recibí –estando yo en Alicante, en la Plaza de los Luceros, camino del hotel, tras un viaje familiar entre Guadalest y Benimantell– entre las 18,18 y las 18,35 horas varias llamadas de Antonio Martínez Sarrión (Albacete 1939-Madrid 2021), la primera perdida y la segunda de ellas, en respuesta a la llamada intermedia mía, para comentarme el plante del Congreso, un tanto fantasmal, celebrado a principios de septiembre en Astorga, sobre los 50 años de la publicación de Nueve novísimos, la celebrada y celebérrima antología de José María Castellet. Un congreso celebrado desde la astorgana Fundación Panero –padre del más pequeño de los antologizados por Castellet, Leopoldo María Panero en el libro referido–, con la colaboración de la Universidad de León y con la coordinación de Guillermo Carnero –otro de los incluidos en la antología–.

Un congreso leonés que se había demorado desde el año pasado, por razones sanitarias, y que había producido un extraño vacío sobre la persona y el poeta Martínez Sarrión; extraño vacío que AMS no acababa de comprender en estos tiempos de desaires y destemplanzas. Y por ello sus indicaciones en la llamada alicantina, “infórmate en la red sobre los procesos del congreso, y luego hablamos y comentamos”. Ya traslucía alguna incomodidad por el hecho de no haber contado con uno de los supervivientes del grupo poético, ni siquiera un ofrecimiento de comparecencia a distancia. Un desaire, una limitación o una impertinencia leonesa. Todo ello cuando nosotros en Hypérbole, con menos medios y subvenciones públicas, habíamos dedicado en estas páginas hasta tres textos a lo largo de 2020, referidos a la efeméride de la antología más importante del final del pasado siglo. Junto a otra pieza celebrativa del 80 aniversario de su nacimiento: ‘AMS: Maestro y moderno’, ya en 2019. Evidentemente, producidos desde el afecto y la amistad profesada hacia AMS.

La segunda parte de la conversación sobre lo que yo ya llamo ‘astorgada’–cual mantecada que quedará varada en el tiempo– no ha llegado a producirse; en la medida en que esta mañana del 14 de septiembre, a las 10,56 recibía una llamada de Graciela Paoletti –la mujer y compañera de AMS– para darme la pésima noticia de su fallecimiento. Incomprensible, desde la perspectiva de la última conversación del sábado pasado, donde Antonio no tradujo nuevas dolencias a las que venía sosteniendo en los últimos años. Años de pesares y, por lo visto, de desaires.

Habíamos hablado a mediados de julio –yo en Zahara de los Atunes, Antonio en Altea– para comentarme el agradecimiento por el texto de la serie que sobre ciertas pinturas habíamos empezado a publicar en Hypérbole. Texto a propósito de la Isla de los muertos, que denominé Variaciones sobre el último viaje. Que no dejaba de ser un homenaje al pintor suizo Böcklin, como al poemario de AMS nutriente y expelido desde el cuadro y que daría lugar a su pieza Cantil (1994). Días antes de la publicación y antes de los exilios vacacionales, habíamos coincidido –así se hacía constar en el postscriptum del texto Variaciones sobre el último viaje – en la Residencia de Estudiantes, el 18 de junio. En un homenaje, consistente en una dramatización del poema, por parte de la actriz Alicia Sánchez. Después en su casa –tras el homenaje de la Residencia–, Antonio, Graciela, Carmen y yo contemplamos la joya que Antonio quiso que viéramos –como otro tributo de adioses–. Un cortometraje de 1970, de Vicente Molina Foix (VMF) –otro antologizado en Nueve novismos–, corto documental realizado para Televisión española, con el título Siete presentaciones, donde podíamos ver a hornadas poéticas en ejercicio –Grande, Claudio Rodríguez, AMS, VMF, Brines y Bousoño y además la propina de la entrevista a Vicente Aleixandre, por parte de AMS, VMF y Félix de Azúa. Y todo ello, texto, homenaje sobre CAntil y cortometraje se encadenan hoy como una suerte de despedida intuida. Igual que la conversación del 11 de septiembre –una fecha nítida para el recuerdo.

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Como homenaje recuperado, traigo a estos presentimientos finales, otro texto del homenaje que se debería haber producido y leído en 2014 en la Biblioteca del Alcázar de Toledo y que cuenta con algunas notas sobre la escritura y su elaboración en AMS. Texto con claves formativas incluidas en la rememoración de la infancia. Texto inédito salvo una plaquette de tirada reducida, entregada al homenajeado AMS y a los autores intervinientes en el homenaje.

Lugares y emblemas. Sobre ‘Infancia y corrupciones’

“Michael Taylor en su trabajo ‘La mentira de Vermeer’ plantea una disyuntiva cierta y verdadera, sobre los actos creativos. Y escribo a conciencia lo de ‘cierto’ y lo de ‘verdadero’. Porque sé y me parece, que no siempre lo verdadero es lo cierto; y otras muchas veces, lo cierto puede ser una falsedad de dimensiones significativas e importantes. Aunque al fin y a la postre, si fuera cierto lo afirmado por Andrés Trapiello, de que “todas las palabras acaban siendo verdaderas, incluso en sus pobres e interesadas mentiras”, no cabría formular separaciones entre lo uno y lo otro, entre lo ‘cierto’ y lo ‘verdadero’. Porque la destilación del tiempo y su elaboración creativa y estilizada, acabará produciendo esa extraña amalgama entre lo ‘cierto’ y lo ‘verdadero’.
Si el creador utiliza el arte para transformar la realidad según el dictado de su propia conciencia y aún de su propia memoria, podríamos decir que toda creación artística, del tipo que fuere, y toque lo que resulte y convenga, sugiere dos preguntas superpuestas y encadenadas. ¿Cuál es la conciencia que mueve y empuja al acto creativo?: ¿dar cuenta de un tiempo vencido? o ¿proyectar luz sobre uno mismo y sobre otros; sobre la quietud y sobre la andadura misma? Cuestiones estas amalgamadas, de lo propio y de lo ajeno, de la pertenencia y de lo prestado, de lo móvil y de lo estático, que se instalan y se emparentan con otros asuntos de cierta consistencia gravitatoria, sobre la espacialidad misma y sus misterios, como veremos más adelante. Pero además de ese carácter geográfico, topológico, o si se quiere espacial, de la creación, andan en ella enredados asuntos y cuestiones que pleitean con el tiempo y sus guedejas.
Conciencia creativa, la del artista que trabaja, casi siempre y en casi todas las disciplinas, con una doble temporalidad de sobra reconocida. Por ello, también tendríamos que preguntarnos sobre ¿cuál era esa realidad inicial que el artista necesitaba trascender, reedificar, recordar? Y esa distancia entre la realidad inicial y el ejercicio posterior de su captura, es la que va a condicionar la aventura de la creación y de la rememoración.
Por ello, Conciencia y Realidad componen el par temático de esa captura que formula la creación y que demandan los ejercicios construidos en torno a la memoria. Si además de todo ello, admitimos con Trapiello que “todo escritor es la materia de su libro, y todo libro es la parte visible de una intimidad”, ¿qué podremos decir de aquellos libros que ya nacieron con esa pretensión en el centro mismo de su escritura: ser uno mismo el material del relato y erigirse en protagonista mayor? Afirmación, la de Trapiello, que vale tanto para ejercicios poéticos, como para los asuntos narrativos; tanto para los textos dramáticos, como para los prospectos muy personales de Diarios, Memorias, Dietarios y Carnets. Más aún, tendríamos que decir, que en estos casos últimos, la afirmación de Trapiello es tan evidente que puede silenciarse, por ser tan obvia y transparente.
Pues bien, en ese trabajo entre la ‘Conciencia’ y la ‘Realidad’, que son de hecho unas Memorias, dos facetas pretendo subrayar en estas líneas: las relacionadas con el ‘Espacio’ y con el ‘Tiempo’. Relaciones, con el ‘Espacio’ y con el ‘Tiempo’, que aceleradas, dan lugar a los llamados por Antonio Martínez Sarrión como ‘cohetes espacio-temporales’, que designan los asuntos y materias de largo aliento y de más largo calado formativo. Asuntos, como los expuestos en la página 279 del texto, para dar cuenta del valor de formación y del valor de permanencia de, entre otros asuntos y cuestiones, el cine, los tebeos, las revistas, los libros y la inefable radio.

Entre las pocas precisiones y dataciones temporales dispersas entre las páginas de ‘Infancia y corrupciones’, en prolongación con la percepción difusa y brumosa de la temporalidad infantil, hay dos marcas que, particularmente, retengo sobre todas las demás. Ese efecto del tiempo diluido más que recobrado, es inherente al ejercicio de la escritura que despliega Antonio Martínez Sarrión en su trabajo, donde hay una percepción sensible de la temporalidad cambiante ligada al medio en el que se respira. No es lo mismo la quietud rural y apacible de un atardecer en Munera o un crepúsculo otoñal en Pozoberueco; que el tráfago urbano, caliente y acelerado, descubierto por Sarrión en su primer viaje a Madrid. Por ello, la lectura de esas capturas del pasado contará con ritmos temporales diferenciados: sinuosos, prolongados, dilatados y durmientes los primeros; y sincopados, vibrátiles, eléctricos y vertiginosos los segundos. Más allá de esa diferencia en tonos y ritmos como los citados; el tiempo vivido y seleccionado en la escritura, discurre ante el lector como el movimiento casi invisible de una nube veraniega, quieta y algodonosa. Una sensación de quietud y de falso estatismo, que nos deja ver cómo se desenvuelve la escritura en fechas divagantes y de dudosa precisión temporal.

Agrupar ese tiempo deshilvanado y plano, ahormarlo para la escritura requiere unas técnicas narrativas precisas; de tal forma y manera que esos recuerdos, que se van activando desde el reflejo reflexivo de toda escritura, requieren unos hitos de referencia precisa. Hitos memorables que suelen funcionar, como los faros en la navegación anterior a los avances inteligentes del GPS y de los satélites, como luces turbias o brillantes, que nos orientan y nos permiten, desde su reconocimiento, establecer y otear el perfil de la silueta costera y de las hondonadas marinas. Hitos memorables de referencia pues, para no perder la andadura y no perderse en ella, y que funcionan también como los jalones camineros: nos orientan y nos delimitan la trazada de nuestra andadura.

Hitos de referencia, como fuentes de memoria, que la abastecen y nutren, para desde ellos desplegar la recuperación que demanda esa particular escritura movediza y cambiante. Como corresponde, por demás, a un ejercicio de memorializar la infancia y sus recodos de temporalidad intangible y de acontecimientos difusos y circulares. Tan circulares como los calendarios agrarios y su agregación concatenada de fiestas y festejos, que año tras año repiten su secuencia de llegada y de despedida.

Los hitos espaciales tenidos por tales, como explica el escritor en diversas páginas y secuencias, están referidos a pasajes ejemplares de su Albacete natal: el Pasaje Lodares, el Alto de la Villa, el Teatro Circo, La Feria o el Parque de Abelardo Sánchez, serían algunos de esos posibles mojones camineros. Otros emblemas de la rememoración estarían formados por cines abiertos como el Capitol y el Maricel; bares cerrados y cafeterías de Formica, que quedan en la memoria, como Salas, Sajonia y Rex; y, finalmente, el grupo de bibliotecas públicas frecuentadas y admiradas. Junto a esos enclaves, y con una nutrida nómina de acompañantes diversos, habría que unir los primeros lugares ajenos al centro formativo y familiares al tiempo: así Pozo Berrueco, Munera y Vara del Rey.

Lugares que tienen cometidos diversos en la génesis y formación del muchacho Sarrión en ciernes. Frente al carácter urbano, funcional y comercial de los primeros enclaves, habría que contraponer el cargamento de las segundas plazas, que rondan la memoria polvorienta y acalorada de los días azules y festivos. Si los primeros hitos espaciales aparecen revestidos de tonos y pigmentos grisáceos de la ferralla del óxido; los últimos cuentan con una coloración más viva y nítida, con matices más vibrantes, próximos a la fiesta y al juego. De igual forma que las capturas del callejero de Albacete y sus andanzas y recorridos, cuentan con una urdimbre narrativa que se contrapone al viento poético alado de los pueblos citados. Como queda claro en las líneas elegíacas de Munera. “Los viejos y nobles portones construidos con madera de sabina y con historiados llamadores de bronce, se agrietan y cuartean en los caserones blancos de cal y semiabandonados…”. Tono que enuncia lo que se extingue y marcha, de igual forma que lo hace, páginas después, con el recuerdo de Vara del Rey: “Abandonando para siempre el lugar, en el que no queda más rastro de mi familia que un incierto tresbolillo de tumbas y nichos en el cementerio”. Ese tono de fractura y de adiós, aparece de nuevo referido ahora al Alto de la Villa. Convertido ya, de manos del progreso conventual e higiénico de los años sesenta en “una gigantesca escombrera de polvo y cascotes”. En una extraña coincidencia melancólica de lugares contrapuestos.

La temporalidad diluida que se constata en buen número de las primeras páginas del recorrido memorialístico, va adensándose y tomando forma de escueto calendario quizás a partir de la página 190. Y es a partir de esta consideración temporal de los años cincuenta, donde se verifica tanto la apertura como el cierre cronológico de ‘Infancia y corrupciones’. De tal suerte que lo que empieza con la postulación falangista, justamente en 1951, va adquiriendo tonos de repetición sostenida, en distintos momentos y páginas. Así, y entre otras, la captura del profesor Renard, “Licenciado en letras y profesor encargado de una asignatura que pudo llamarse algo así como ‘Invitación a la cultura humanística’ o cosa similar, una mañana del otoño de 1955 le vimos ascender a la tarima demudado y tembloroso”, para dar cuenta de la muerte de Ortega y Gasset. Captura que funciona como pararrayos de la rememoración de esos años, que se saltean entre los instantes patrióticos de 1951 y los mementos piadosos de 1952, Congreso Eucarístico mediante, y que se irán cerrando a mitad de la década.

Ese será el mismo otoño en el que el joven Sarrión viaje a un Madrid con olor a berza y a anuncios luminosos estallantes, para percibir una extraña dualidad entre lo castizo y lo moderno nuevo; o para asistir a su madurez urbana. “Así recuerdo todos los paisajes de mi primer iniciación madrileña: la España eterna clerical, parasitaria, menestral y pordiosera, encolada a trancas y barrancas as los elementos y cifras más agresivamente visuales y chillones de la cultura yanqui, en todo su apogeo y que comenzaba a penetrar, de forma imparable, intramuros del recocido, autárquico, hosco y tizando solar ibérico”.

Viaje que, cerrando los estudios de bachillerato, supondrán de hecho la conclusión o el término de la infancia recuperada y la verificación de una nueva temporalidad discursiva. Temporalidad nueva, que salta a la página 324, tras el relato de la visión de la película ‘Muerte de un ciclista’, al advertirnos ya de la fractura citada al principio de estas líneas: “soy el que escribe y recuerda al escribir”. ¿Cuál era esa realidad inicial que el artista necesitaba trascender, reedificar, recordar? Por eso se desprende, que “En comparación con el momento en que escribo” el pasado, tal vez, fuera otro.

Un ‘Otoño en Madrid, hacia 1950’, como llamara Benet a su mirada sobre la misma ciudad que visita Sarrión salido del Bachillerato de su Albacete natal. ‘Otoño en Madrid, hacia 1950’, que ya sabemos sería, más bien, el del año 1955. Tan brumoso ese otoño como el humo abundante de determinada secuencia de ‘Muerte de un ciclista’. “Muchos años después un amigo me contaría que él y otro compadre, no pararon de fumar y echar humo fuera de encuadre y acuclillados bajo una de las mesas de lo que representaba un tablao flamenco”. Ese amigo que fumaba y echaba humo abundante y denso, bajo las mesas, sería años más tarde el responsable del texto central que relataba la ciudad que cambió la vida, las circunstancias y la memoria de Martínez Sarrión. El ‘Otoño en Madrid, hacia 1950’, aunque fuera ya el de 1955, daba cuenta de otro oficio y de otra mirada. Un oficio para vivir, y también, una mirada para vivir. Así “Durante todo aquel otoño miré y remiré fascinado las baterías de cocina, los tambores de detergente y las señoras estupendas con níveo y sucinto delantal que nos recomendaban los primero aparatos de televisión, las marcas de cigarrillos y licores, los paisajes invernales de las Rocosas, los otoños increíbles de Vermont…” Tan increíbles esos otoños de Vermont, como el influjo de la otoñada crecida madrileña, en que Martínez Sarrión comenzó a ser un ‘Moderno’, mirando el ‘Life’ y fumando cigarrillos mentolados con sabor a mar”.

IVA y Kw/h

Somos alemanes pagando lo que pagamos en el recibo de la luz, pero con la diferencia de ingresos que tenemos en una familia media, esto supone una carga más que insoportable. España es uno de los países de la Unión Europea donde el precio de la energía es más caro. El pasado viernes el MW/h alcanzó los 152,332 euros, un 300% de aumento respecto a la misma fecha del año
2020.

El precio se fija, no por la media del coste incurrido en la producción del KW/h, sino por el del más caro, en este caso por el que se produce por consumo de gas, que ha subido un 500% en los últimos meses. Si ustedes analizan su factura de la luz, verán que, entre factor de potencia e impuestos, pagan más que por los KW/h consumidos.

Con la fórmula de fijación del precio, las eléctricas están haciendo un negocio redondo. Los ingresos que se generan por impuestos aumentan exponencialmente, ya que, hasta en los contratos que se han beneficiado de la reducción del IVA del 21% al 10%, dado el aumento del precio experimentado, están pagando los mismos euros que antes de la rebaja. Y no digamos lo que
les supone a los que tienen contratado más de 10 KW. Comparen ustedes lo que están pagando estos meses con los mismos meses del año anterior.

Pedro Sánchez ha prometido que, al finalizar el año, habremos pagado por suministro de energía a lo largo de 2021, lo mismo que en 2018. Cómo quien controla el Boletín Oficial del Estado se puede permitir ciertas promesas, habrá que pensar que habla con conocimiento de causa y que podrá cumplir lo que promete y a mí me gustaría por lo que supondrá de alivio a familias, pymes y
autónomos, que están soportando otra carga más. Pero ya estamos en septiembre, tengo un cuadro comparativo de lo que pagué en 2018, 2019, 2020 y lo que voy pagando en 2021, si se cumple la promesa del presidente ¡vaya gustazo me voy a dar!